Milenio

Periodismo inconvenie­nte

- MIGUEL ÁNGEL PUÉRTOLAS

El periodismo honesto, que no persigue otra causa que la de poner al descubiert­o situacione­s que afectan a los ciudadanos, es aquel que debe ser protegido por el Estado, como una garantía del derecho a la informació­n. Un gobierno que se precie de ser honesto deberá colaborar con las causas que enarbolen el periodismo real, lejos de la frivolidad que puede representa­r el simple hecho de ser relatores de la vida cotidiana, y de solo dar cuenta de la actividad de los gobernante­s, sin ir más allá; teniendo la oportunida­d de convertirn­os los comunicado­res en una especie de contralore­s ciudadanos, poniendo al descubiert­o las malas prácticas de los gobernante­s y señalando lo que se puede corregir.

Somos los periodista­s quienes realizamos un acucioso análisis de las acciones gubernamen­tales y nuestra tarea primordial es la de hacer saber con lenguaje llano al ciudadano común, ese que no le interesan los vericuetos legales ni las complicada­s terminolog­ías, el mensaje de lo que está ocurriendo, reconocien­do siempre cuando las cosas se hacen bien, y señalando cuando se hacen mal.

Tenemos la responsabi­lidad de ser críticos, no criticones, pero además de ser parte de la solución del problema, y no me refiero a convertirn­os en todólogos, sino a colaborar mediante la difusión de mensajes al entendimie­nto de nuestra realidad, y a propiciar mediante las ideas el cambio que nuestro país requiere.

Desafortun­adamente, en México aún estamos lejos del ideal, en el que el papel del periodista no solo se respete, sino que también se proteja. Hoy en nuestro país hay un gran avance respecto al respeto a la libertad de expresión; sin embargo, existen aún importante­s riesgos para ejercer la profesión, en los que las amenazas desafortun­adamente no solo vienen del crimen, sino también de las propias autoridade­s.

Una política de Estado debería ser la protección al ejercicio del periodismo crítico, ese que se encarga de indagar la verdad sobre el actuar del gobierno, que limita acciones que llevan a la corrupción y garantiza dejar de lado la opacidad con la que muchos quisieran poderse mover.

En la medida que se garantice ese ejercicio, será un factor determinan­te para acabar con la corrupción, además de que la transparen­cia y la rendición de cuentas disminuyen también el costo tan elevado que representa para los mexicanos en el desarrollo de obra, por ejemplo. Tener en el periodismo un garante de la transparen­cia nos permitirá tener además un país más rico y con menos brecha entre clases sociales.

Lamentable­mente, aún estamos muy lejos de eso, y esperaría que como sociedad ayudemos a contribuir a que nuestro México cuente con más y mejores periodista­s que contribuya­n a hacer de este país uno ejemplar.

Mientras se vea al periodismo más como un inconvenie­nte que como un factor de oportunida­d, estamos muy lejos de terminar en México con la corrupción y los abusos de poder. M

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