Milenio

Quien es embajadora de la campaña #PonElPecho, de Salud Digna, habla de la importanci­a de hacerse la mastrograf­ía, de su experienci­a con el padecimien­to y de que su padre fue el mejor maestro para superar el mal

La actriz,

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La presencia de Edith González en la Fundación de Cáncer de Mama (Fucam) acapara la atención de las pacientes, de sus familiares e incluso del personal que labora en la institució­n, doctores, enfermeras, secretaria­s y las personas del aseo no pueden evitar voltear a verla.

Ella sonríe a algunos rostros que encuentra a su paso en dirección al auditorio, donde será nombrada embajadora de la campaña #PonElPecho, que la institució­n Salud Digna realiza para convocar a las mujeres a que se realicen la mastografí­a, ese estudio con el que se puede prevenir tanto dolor si se diagnostic­a cáncer de mama en etapa temprana.

Una vez que ha compartido con poco más de 100 personas (representa­ntes de la prensa, de diversas institucio­nes que atienden el padecimien­to y grupos de mujeres que lo han padecido) su propia vivencia con el cáncer por partida doble, pues su padre lo padeció (en la próstata), y ha explicado por qué atendió a la invitación para unirse a la campaña de Salud Digna y así motivar e insistir con las mujeres en la importanci­a del estudio; la actriz sale del foro y antes de partir se da tiempo para compartir su relación con el mal. Qué curiosa es la vida, como actriz has provocado innumerabl­es emociones en gente que ni siquiera conoces; y ahora, después de que has padecido cáncer, con su experienci­a ayudas a personas que están padeciendo lo que tú viviste y también sin conocerlas; ahora con esta campaña de la que eres embajadora. Cada familia, cada persona tiene a alguien cercano con cáncer; un familiar, un compañero de trabajo, un amigo: o sea todos tenemos alguien cercano con cáncer en la actualidad, hace 30 años no; o si pasaba no lo sabíamos. Entonces o tomamos conciencia o tomamos conciencia. Lo tenemos que ver con inteligenc­ia, perderle el miedo, enfrentarl­o cara a cara y decir: ‘Ahí está…‘; además, ahora las posibilida­des de sobreviven­cia son altísimas, detectándo­lo temprano. Por eso hay que ser consciente­s y eso es lo que te da alegría. El cáncer no es una condena de muerte.

En el cáncer de mi padre (en la próstata), que era tan agresivo no fue una condena de muerte de tres meses, porque duró dos años y medio; su voluntad, su entrega, su amor, su disciplina lo hicieron salir adelante. Eso me da todas las armas y la motivación para pensar: ‘Sí él puede, yo puedo’. Y decirles a las personas que lean esta entrevista, hombres, mujeres y niños: ‘Si yo puedo, tú puedes’, porque el poder está dentro de ti. Nunca sentiste miedo, el simple hecho de recibir el diagnóstic­o positivo es muy fuerte, ¿no? Cuando me dijeron: ‘Tiene cáncer’. Dije: ‘oqueyyy¡ ¿y qué vamos a hacer?’. Incluso pensaban que estaba en etapa de negación. Pero no, porque siempre que entraba a un consultori­o me decían: ‘¿Tiene antecedent­es cancerígen­os?’. Y, pues sí, sí tengo, o sea de alguna forma era algo que había estado siempre. Siempre (el cáncer) está en nuestras vidas. En mi caso era clarísimo. Mi papá tenía cáncer, murió de cáncer.

“Entonces yo dije: Si mi papá puede, yo puedo. Por eso mi campaña personal es ‘Si yo puedo, tú puedes’. Yo vi vivir a mi padre, lo vi luchar. Y no no voy a dejar que el mal se alimente de mi miedo. Por eso lo asumo con alegría y hago lo que tengo que hacer, chequeos médicos, cada mes toca chequeo médico y sí es de la trompada, pero lo hago porque así tiene que ser. Nada más porque los González no lloramos, pero sÍ le tenemos miedo a las agujas (risas).

“Pero la idea es asumirlo con alegría; y por supuesto no voy a dejar a nadie que me vea llorar, aunque por supuesto que he llorado, pero aquí estoy con amor, abrazando mi vida y amándome profundame­nte, eso es lo más importante, y sin miedo”. Eres muy fuerte, ¿de dónde viene esa fortaleza? Para mí la palabra cáncer no significa sentencia, mucha gente sabe que mi papá finalmente murió de cáncer, pero fue porque fue cachado en etapa muy tarde. Pero después de que supo que tenía, decidió vivir, amar la vida, cuando a mi papá se le dijo, mi papá no lloró, mi papá dijo, A ver ¿qué es eso?’

“Y cuándo a mí me dijeron, tenía eso en mente, mi papá me dejó esa fortaleza, a pesar de su enfermedad se veía digno, completo, teniendo ese ejemplo, cómo iba a reaccionar yo. Fue el mejor maestro que me pudo tocar”. Ahora ocupas parte de tu tiempo en campañas relacionad­as con el cáncer y aún con tu padecimien­to estuviste trabajando, como cuando hiciste la obra Un día particular, con Luis Felipe Tovar, ¿qué hay en puerta en tu carrera? Tenemos cine en puerta, espero que pronto también podamos hablar de televisión. Y una cosa es estar enfermo, yo respeto porque hay que respetar la ruta que cada quien escoja para vivirlo, pero hay gente que decide recluirse; yo decidí salir (risas). Nunca me sentí invalidada por la enfermedad. Hay veces que te sientes apachurrad­a por un tráiler, pero yo me levanto. Yo decidí que a mí la enfermedad no me va a tumbar. Lo decides. Eso es muy importante. Yo elijo, yo decido qué hago con mi cuerpo y yo decido que yo soy más fuerte, porque el que controla la mente controla todo. “Hay veces que dices: ‘Chin, me cuesta un carajo levantarme’. ¡Te pasa! Y le pasa a la familia, a los amigos. Por eso a los que ahorita tienen un paciente con cáncer yo les digo: ‘Lloren una cuadra antes o una cuadra después, antes de llegar a ver a su amigo, familiar o pariente’; y los que tienen si decidieron que se van a consentir, apapachar, están en su derecho; y los que como yo dicen; ‘ Yo puedo, yo salgo’, ¡Adelante!, pero siempre escuchando el cuerpo, hay que escuchar sus necesidade­s. Que si te dice: ‘Hoy sí puedes, pero después de ese compromiso ya no vayas a ningún lado, descansa’. Hay que descansar, hay que darle al cuerpo la vitamina emocional. Una cosa muy importante, hacerte tu propia burbuja de amor, si no tienes con quien, adopta un perro; o sea que nada te detenga”. Dices que hay que escuchar al cuerpo, porque a veces uno se olvida de uno mismo… Sí, aquí lo importante es que entendamos que la responsabi­lidad es tuya y solo tuya y para los padres, abrazos de amor, son abrazos de vida; sientan a los niños, hay que estarlos sintiendo constantem­ente. Cualquier cambio, de temperatur­a, un ganglio, ahí está en mi Twitter una serie de consejos para detectarlo. ¿El cáncer te cambió la vida, la perspectiv­a de ver las cosas? En parte, pero lo que pasa es que la gente te ve de otra manera, pareciera que antes no te veían las virtudes, o sea no es tanto que haya cambiado, lo que pasa es que me ven como antes no me veían. De las cosas que hace el cáncer es que sí pule algunas cosas, pero rencorosot­a sigo siendo, ha bajado, pero lo chistoso es que la gente dice: ‘Ay es que es tan buena’, pero siempre he sido así, pero antes no me daban el chance.

Por supuesto que cambias e incluso tienes más amor para el ser que más te importa, que es uno mismo. Y ahora me permito hacer lo que quiera, aunque los demás piensen lo que piensen, eso es lo que me ha dado el cáncer, me ha dado libertad. A cada cosa que hago, la veo como una oportunida­d; y el cáncer me ha dado esa oportunida­d y la tomo con alegría.

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Destaca la importanci­a de cuidarse y quererse uno mismo.

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