Milenio

REVISTA DE ALTA DIVULGACIÓ­N Artes de México, 30 años de rigor y belleza editorial

"Siempre estamos siguiendo una fórmula de Fernando Benítez que es la de poner toda la carne al asador", dice Alberto Ruy Sánchez

- Xavier Quirarte/México

Para Margarita de Orellana y Alberto Ruy Sánchez no es como un hijo, si bien le han brindado lo necesario para llegar, con magnífico talante, a los 30 años. Y aunque en rigor tendría 63 —si pensamos en que tuvo una primera etapa—, en su nueva época la revista Artes de México es un referente en la investigac­ión y difusión de nuestra cultura.

Al contrario de los hijos —tienen dos—, “con un proyecto como éste, que va tomando forma, tienes que definir hacia dónde va —agrega el escritor —. Habíamos vivido fuera del país, donde adquirimos instrument­os para analizar a México con otros puntos de vista”. Margarita de Orellana dice que para ellos resulta difícil calcular el valor de su proyecto editorial, pero sí les sorprende el aprecio que ha encontrado “en la gente que la consulta, la gente que la lee, sobre todo mucho en provincia, pues hemos recorrido el país durante 30 años”.

Que un producto cultural sobreviva tanto tiempo es resultado de lo que la historiado­ra y editora califica como “un milagro”, pero todo ha valido la pena si,

El ganador del Premio Mazatlán este año explica que su proyecto en Artes de México nació de una certeza que viene desde Diderot y su Encicloped­ia. “En su época, todas las encicloped­ias hablaban de reyes y territorio­s, o sea de política, pero Diderot dice: Un país no se define por quienes lo como explica Alberto Ruy Sánchez, han difundido “una imagen muy distinta del país, sutilmente distinta. Por ejemplo, hemos puesto énfasis en la influencia extranjera que hay en lo nacional”.

La aportación de la revista, abunda, “es ver a México de otro manera, cambiar los valores. Mucha gente le ha dado importanci­a a la artesanía, pero además hay que destacarla como una alternativ­a de modernidad y no solo como un depósito del pasado”. gobiernan, sino por las cosas que hacen las personas con las manos”.

Decidieron emprender la nueva etapa de la revista, cuyos primeros números se dedicaron al Centro Histórico, Gabriel Figueroa y la cerámica de talavera de Puebla, como una “responsabi­lidad ineludible y, al mismo tiempo, como una misión: tratar de comprender mejor a México para amarlo más y propagar ese conocimien­to con el orgullo contagioso que da la belleza editorial”.

Se planteó como prioridad una publicació­n de alta divulgació­n, como la define Ruy Sánchez. “Que en cada uno de los temas que investigar­a hubiera una manera de contarle a la gente que no sabe nada del tema que se trata y, al mismo tiempo, aportarles algo nuevo a las personas que más supieran del tema”.

En lugar de contar con un grupo de redactores, cada ejemplar es realizado por especialis­tas en el tema, además de enriquecer­lo con la palabra de “los pensadores”, como define el director a poetas y narradores. “Por ejemplo, aunque tienes investigad­ores que hablan sobre artesanías, también invitamos a Octavio Paz para que reflexiona­ra sobre ellas, al tiempo que platicamos con los propios artesanos, resaltando sus ideas”.

De Orellana dice que este proyecto editorial es como una “encicloped­ia de las culturas de México”, cuyo contenido va del cine clásico a la lucha libre, del culto a la muerte a la cocina tradiciona­l, de las plantas sagradas al chamanismo, de los tarahumara­s al juguete tradiciona­l, de las culturas primigenia­s a los textiles, por citar algunos de los temas de sus 130 números, muchos de ellos reeditados.

Artistas, artesanos, escritores, fotógrafos e investigad­ores han contribuid­o en esta empresa. “Hemos contado con alrededor de mil 200 autores, por lo menos mil artistas y un mínimo de 400 fotógrafos, no solo en la revista, sino en los casi 300 libros adicionale­s de diferentes coleccione­s. Cuando empiezas a editar te da una especie de vicio. Piensas: a la revista le hacen falta complement­os...”

Albeto Ruy Sánchez refiere que Artes de México nunca ha dejado de tener problemas económicos, “pero existimos porque hay un público al que estas cosas les importan. Eso es lo que siempre nos salva. Siempre estamos siguiendo una fórmula de Fernando Benítez que es la de poner toda la carne al asador. M

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Margarita de Orellana y el poeta han contado con la colaboraci­ón de más de mil 200 autores, mil artistas y cerca de 400 fotógrafos.

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