El nuevo centralismo
El contenido de la CT sigue siendo un enigma. Pero tiene una premisa política indudable, la concentración del poder: en el partido, en la persona del presidente, y en el Ejecutivo federal. Y de eso depende la gobernabilidad de lo que sigue. Ahora bien, el intento de centralización no es una novedad. Éste es solo un capítulo más de un proceso que comenzó hace tiempo.
El poder de los gobernadores, la autonomía de los poderes locales, todos, aumentó conforme se deterioraba el régimen posrevolucionario. La disfuncionalidad del arreglo federal se hizo evidente durante los gobiernos de Ernesto Zedillo y, sobre todo, de Vicente Fox. Al faltar los recursos de control político del antiguo régimen, se hizo ostensible que los mecanismos institucionales del federalismo eran bastante defectuosos, y permitían una dispersión del poder que afectaba a la estructura básica del Estado —y a su operación normal.
Varias veces en nuestra historia ha sucedido algo similar: una crisis que dispersa el poder, que permite ganar autonomía a los estados (Independencia, Reforma, Revolución), y luego un largo proceso más o menos problemático de centralización.
En este último episodio, la dispersión del poder comenzó con la disolución del régimen de la Revolución en los años ochenta, y se completó en los años del cambio de siglo. El nuevo intento de centralización comenzó con el gobierno de Felipe Calderón, con el despliegue del Ejército y de las fuerzas federales, que quitó recursos de gobierno a gobernadores y presidentes municipales. Continuó con el gobierno de Peña Nieto, con el control de la nómina de educación y el procesamiento de media docena de gobernadores. El resultado es que se ha debilitado a los poderes locales, se han roto muchos de los acuerdos que daban cohesión a las elites locales, pero no se ha establecido un control efectivo por parte del gobierno federal —que acaso sea imposible. De modo que numerosos actores compiten por fragmentos de un poder territorial siempre precario. Es una de las claves de la violencia.
Esto que viene, el centralismo de la CT, es un intento mucho más radical de control directo, mediante una pequeña red que responda personalmente al presidente. Veremos el resultado. M