Riesgos no calculados de los aeropuertos
En la crisis humanitaria en que se encuentra inmerso el país es revelador que no sean otros los temas que movilizan la opinión y empujan decisiones de visibilidad nacional. Sin embargo, en esta coyuntura política convergen varios elementos que, en materia de derechos humanos y rendición de cuentas, corren el enorme riesgo de ser banalizados si la tendencia de abordarlos con ligereza se mantiene.
El primero es fundamental: el impacto ambiental que tendría cualquiera de los proyectos. Este fue uno de los argumentos más sólidos con los que se cuestionó la construcción del proyecto de Texcoco y que para la campaña presidencial generó expectativas. Sin embargo, parece haber sido abandonado, quizá porque es complejo demostrar que la contrapropuesta de Santa Lucía no tiene implicaciones similares de devastación del ecosistema de la región.
La defensa de la tierra ha cobrado ya una vida. Fue asesinado el ingeniero Jesús Javier Ramos Arreola, quien con otros activistas defendía los terrenos y el agua del cerro de Tenayo, que han sido afectados por la obtención de material pétreo que se saca de las rocas del sitio para ser industrializado como insumo de construcción en las obras ya iniciadas del nuevo aeropuerto en Texcoco. Este hecho no es un asunto aislado; México ocupa el tercer lugar en América Latina en muertes de activistas defensores de la tierra y del medio ambiente, de acuerdo con el informe de 2017 de la organización Global Witness. Iniciar un proyecto con este lamentable precedente es sintomático, no mera coincidencia.
Por otro lado, estuvo sobre la mesa el planteamiento del elevado costo del proyecto de Texcoco, que ahora parece difuminarse con la posibilidad de que, si corre a cargo de los inversionistas privados, no hay mayor problema con las repercusiones que tiene, en cualquiera de sus vertientes.
Finalmente, está planteada la decisión a partir de una consulta pública. El ejercicio inédito de democracia participativa debería significar el inicio de una práctica cotidiana y a la que deberíamos de dotar de sustento en contenido, logística y comunicación, para que no sea blanco de vilipendio desde su primer soplo de existencia.
Sea cual sea la decisión de los votantes y se construya donde se construya el aeropuerto, hay garantías que parecen estar ya en riesgo por cómo se ha planteado este dilema público: 1) Respetar la vida, la integridad y los derechos humanos de las personas que defienden el agua y la tierra; 2) Tener una evaluación fidedigna del impacto ambiental de los proyectos y asumir las consecuencias que representa; 3) Fortalecer los procesos de democracia participativa con reglas claras y metodologías sustentadas.M