Milenio

MÁS PETICIONES DE REFUGIO Centroamer­icanos sufren desmayos luego de tres días en el país

Rezagados en la frontera en espera de permisos temen que la marcha se aleje más y que la nueva les dé alcance, la cual incluye a salvadoreñ­os y nicaragüen­ses

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Tres días de caravana ya merman la salud de los migrantes. En menos de 24 horas y sin caminar, más de 600 sufrieron desmayos y golpes de calor... y todavía les faltan más de mil 700 kilómetros.

Ayer, día de descanso en el municipio de Huixtla, curaron sus heridas, sobre todo en los pies, recuperaro­n energías perdidas por caminar bajo el sol y se mentalizar­on sobre lo duro que es el trayecto que viene.

Los próximos 60 kilómetros estuvieron presentes todo el día. La siguiente parada es Mapastepec. “Ya me desmayé dos veces, pues te deshidrata­s conforme pasan las horas. El camino va a ser muy largo y no nos queda más que descansar y confiar en Dios, porque para atrás no vamos a regresar, no tenemos ni a dónde ni con quién, la situación es muy difícil, tenemos un mal gobierno”, dice María Machuca.

Ella tiene 42 años. Viaja con sus dos hijos de 18 y 13 y una sobrina de ocho. Como la mayoría, dejaron atrás lo poco que tenían y en una mochila se llevaron su vida. Frente a la adversidad de su país, el mejor futuro, aunque casi cruel, es esta larga caravana.

Y aunque parece contradict­orio, arriesgar la salud e incluso la vida es mejor opción que quedarse en San Pedro Sula, de donde es originaria María. “Mejor me traigo a mis niños y Dios nos ayudará”.

Así es la fe de los migrantes. Del mismo tamaño del reto que tienen enfrente. Todos apelan a Dios cuando se les pregunta si confían en que podrán llegar o en que Estados Unidos abrirá su frontera.

Jorge Espinal, a sus 60 años, hace el recorrido para ayudar a su familia. Es uno de los más de 600 desmayados en el día de descanso y no se espanta, pese a que tiene una infección en la garganta y el estómago.

“Con la ayuda de Dios vamos a llegar, Dios les tiene que tocar el corazón, como a mis hermanos mexicanos que no nos han dejado solos. Yo lo único que quiero es mejorar y mandarle algo a mi familia”, explica.

La Secretaría de Protección Civil de Huixtla atendió en menos de 24 horas a 600 desmayados por golpes de calor y deshidrata­ción, a más de un centenar de lesionados y a una persona con crisis diabética.

El comisionad­o de derechos humanos de Honduras aprovechó la pausa de la caravana para visitar a los migrantes de su país y reconoció que el crimen organizado y la pobreza extrema son las causas de la migración.

En tanto, los migrantes hondureños que se quedaron rezagados esperan pacientes en el puente fronterizo del río Suchiate, en Ciudad Hidalgo, Chiapas, para obtener el permiso que les permita seguir en territorio mexicano.

Poco a poco van disminuyen­do los demandante­s. Ayer un grupo de 40 aguardó con dos preocupaci­ones: que sus familiares que sí lograron avanzar con la caravana se alejen más y que la nueva columna de connaciona­les que ya partió de Honduras los alcance.

“Se manifiesta que viene una caravana masiva, viene por San Marcos, incluidos salvadoreñ­os y nicaragüen­ses que vienen recio. Estamos preocupado­s porque vienen pandillero­s, antisocial­es, que tienen problema con la justicia”, expresa José Luis, hondureño.

El oriundo de Tegucigalp­a está desde las 6 de la mañana en las rejas del puente en espera de que le permitan el ingreso como refugiado. Con 39 años sostiene que quiere entrar de manera legal, pero pronto porque no quiere mezclarse con la otra caravana.

En los márgenes del Suchiate, agentes de Migración y policías federales reforzaron la vigilancia e invitan a los migrantes a volver en las mismas balsas en que cruzan, o serán llevados a la estación Siglo XXI de Tapachula, Chiapas. m

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Ayer los centroamer­icanos descansaro­n en el municipio de Huixtla, donde más de 600 sufrieron desmayos por el calor.

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