Encarnar el Quijote, un regalo divino: Nelliyodu Vasudevan
“Me he lanzado a esta aventura casi sin pensarlo”, dice el actor de 80 años, quien está fascinado por convertirse en Alonso Quijano
Sentado junto a la ventana del autobús, el caballero de la triste figura viajó con sus cantos desde Ciudad de México a la capital cervantina, donde lo recibieron los túneles, las casas multicolores y los callejones serpenteados con sus balcones y sus macetas, todo ese paisaje que distingue a Guanajuato…
Ayer se le vio deambular por las calles principales, donde la gente se le acercaba para tomarse fotos con él. Nelliyodu Vasudevan Namboodiri intentaba llegar al Teatro Cervantes, donde lo esperaba paciente la escultura monumental de Don Quijote y Sancho Panza.
En la cultura de la India, Nelliyodu es hombre de fe, de piel cobriza y de pelo totalmente cano, que está a punto de cumplir 80 años de edad. Es todo un gurú que accedió a interpretar el papel de Alonso Quijano, el personaje de una de las máximas obras de la literatura universal, Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes Saavedra, pero en la versión mística de la India: Kijote Kathakali.
Accedió venir a Guanajuato y ofrecer dos funciones hoy y mañana en el teatro que lleva el nombre del también autor de La Galatea y Los trabajos de Persiles y Sigismunda. La obra que inicia con un Alonso Quijano anciano hojeando un libro es para el maestro Nelliyodu “una lección de vida. Dios ha querido que interprete al Quijote, para mí es un regalo divino, Dios ha querido que hiciera a Quijano”.
Antes del ensayo del montaje dijo que le ha gustado hacer al Quijote, porque lo considera “un personaje altamente peculiar” con el que se identifica, ya que “me he lanzado a esta aventura, casi sin pensarlo, casi a mis 80 años de edad”.
Aunque confesó que lo que más le preocupaba era llevar este papel a una manera más teatral, porque había tenido experiencias dentro del cine, tenía miedo de lo que pensarían de él haciendo este rol, que consideraran que, al hacerlo, se había salido o renunciado a esa tradición.
Leyó el guión y fue así como se convenció de participar en esta propuesta teatral, porque se dio cuenta de que el Quijote algo tenía que ver con él, que sí sería capaz de interpretarlo porque se identificaba con el personaje de Cervantes.
El Kijote Kathakali es representado por la danza Kathakali, género nacido en el siglo XVII en Kerala, al sur de la India —considerada como obra maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad por la Unesco—. El montaje recurre al lenguaje corporal y mudras, es decir, a los movimientos de las manos y pasos de danza y música tradicional para representar algunos de los pasajes más significativos de la novela de Cervantes.
La puesta en escena es producto de la unión de dos culturas y dos dramaturgias: la española y la hindú. Por un lado, la compañía Margi Kathakali, a cargo de Sasikumar Sukumara Pillai y, por otro, de la dirección e iniciativa del dramaturgo español Ignacio García, que contempla la coreografía de la bailarina y directora artística Mónica de la Fuente.
La gran pregunta es: ¿vale la peña perseguir los sueños y luchar hasta la muerte? O es mejor resignarse y quedarse en una vida más conformista y convencional sin lanzarnos a aquello que uno debería hacer, indicó Ignacio García, director de la obra. “Es un privilegio ver a estas personas de la India que intentan defender una tradición de 400 años, la cual heredaron de sus padres, su abuelos y bisabuelos. Lo que hacen es muy encomiable, de lo que podemos aprender muchos de nosotros en esta sociedad en la que parece que todo es de usar y tirar. Por ejemplo, a los artistas constantemente se nos pide probar y ser diferente de todo lo anterior, en cambio, ellos sí quieren ser parecidos a lo anterior, porque esa es su manera de estar en el mundo, y de eso, todos tenemos mucho que aprender”, concluyó. m