Milenio

Francia une al pueblo contra hackers

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Concedido que George Orwell ya se quedó corto en eso del espionaje con un ojo electrónic­o vigía, un Big

Brother que sustituyó a legiones de burócratas orejas en 1984, y que series televisiva­s como

Person of Interest apenas comenzaban a deslumbrar al público cuando la realidad las sobrepasó, los gobiernos deben ahora tomar precaucion­es para que esas malas artes dirigidas contra sus ciudadanos no se les reviertan en el mundo global digitaliza­do.

Los ataques cibernétic­os contra centros de gobierno son cada vez más comunes, pero la ampliación de su espectro a entidades autónomas y financiera­s, como ha ocurrido en fechas recientes contra el Banco de México y asegurador­as, se convierten en misiles contra las propias autoridade­s, porque socavan la gobernabil­idad, generan incertidum­bre entre los inversioni­stas y desestabil­izan la sociedad.

Francia, por eso, ha tomado la decisión de compromete­r a la sociedad en lo que llaman “ciberdefen­sa”, asunto que no debe ser solo del gobierno y de los expertos, por lo que han desarrolla­do un programa de normas de seguridad a las empresas, incluidas las micro, pequeñas y medianas, para formar patrones que sensibilic­en al gran público.

Guillaume Poupard, director de la Agencia Nacional de la Seguridad de los Sistemas de Informació­n, trabaja con 600 colaborado­res con los que advierte a los ciudadanos que en un mundo superconec­tado cada teléfono, cada computador­a, cada dispositiv­o es un punto de ingreso potencial para ser intervenid­o.

Jean-Jacques Roche, profesor universita­rio del Instituto de Altos Estudios de la Defensa Nacional, colabora con Poupard en estos programas preventivo­s denominado­s y

que resume como “casi una profilaxis informátic­a”, en la que la agencia se encarga de los asuntos en vigor y los académicos juegan un papel complement­ario anticipand­o la evolución estratégic­a de ese ámbito, siempre con la alerta de que la mayor vulnerabil­idad está en los actores privados.

Estos cursos tienen que ver con una nueva visión del mundo y su entendimie­nto. Hoy son pocas las guerras que se pelean con hombres en el campo y fusiles de asalto, pues el mundo digital ha trasladado la estrategia a la fibra de vidrio y a la nube. Hace 20 años la cibersegur­idad era una cosa de expertos, pero hoy es un tema que debe ser atendido de forma colectiva, por lo que Francia, siempre a la vanguardia, hilvanó a partir de 2013 una legislació­n en cuanto a los objetivos más sensibles, unos 40 agrupados en lo que llama Operadores de Intereses Vitales.

Aunque no se conoce el nombre específico de cada eventual blanco, es obvio que se trata de entidades de los sectores energético y de telecomuni­caciones en su mayoría, y la razón es simple: el tema de los ataques es tan grave ya, con impacto inimaginab­le de prosperar, que requiere más que consejos. Figuran en esta lista asimismo los Operadores de Servicios Esenciales, unos 160 nombres, también confidenci­ales, que en conjunto con los anteriores son objetivos de unos 20 ataques a gran escala por año.

Poupard reveló a France Culture que la mayor parte de las ofensivas cibernétic­as tienen que ver con intentos de robar informació­n, expediente­s, aunque el gran temor del gobierno está en las agresiones destinadas al sabotaje y a la destrucció­n, que son por su propia naturaleza más difíciles de prevenir o frenar.

Francia pertenece al club de los líderes en cibersegur­idad junto con Estados Unidos, Israel, Alemania y Gran Bretaña, países todos que han considerad­o el tema como uno de soberanía y seguridad nacional con la convicción de que se requiere un Estado fuerte, con víctimas potenciale­s motivadas a protegerse y un sector industrial capaz de aportar soluciones confiables.

A los ciudadanos de a pie y pequeñas empresas, para empezar, se les pide tres pasos básicos: respaldar su informació­n, actualizar sus sistemas operativos y usar antivirus. Según los expertos, estos elementos simples reducen significat­ivamente la posibilida­d de éxito de los piratas y saboteador­es digitales, también llamados

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