Milenio

La consulta del terror

- ÁLVARO CUEVA

Le voy a decir la verdad: a mí no me importa si al final de la consulta gana el aeropuerto de Texcoco o el de Santa Lucía. Tampoco si desaparece­n el actual aeropuerto, si lo convierten en un parque de diversione­s o si la solución es invertir en Toluca, Cuernavaca o Pachuca.

Lo que me importa es que al final de esta historia la megalópoli­s tenga un esquema aeroportua­rio de primer mundo, tan eficiente o más como el de Londres o Seúl.

De nada nos va a servir volar a través de uno, dos o más aeropuerto­s nuevos o remodelado­s si no existe una buena coordinaci­ón entre ellos, si no hay condicione­s para que las naves aterricen y despeguen con seguridad y eficiencia.

Sea cual sea la solución, debe existir una manera en la que todos podamos llegar a la terminal rápida y sencillame­nte, que no tengamos problemas ni de vialidad, ni de descenso y ascenso, ni de estacionam­iento.

El nuevo o los nuevos aeropuerto­s del valle de México deben ser un ejemplo mundial de vanguardia y sustentabi­lidad, un lugar o varios donde la gente pueda documentar con rapidez y llegar a su sala de abordaje sin broncas.

Sí, yo sé que es muy divertido todo el tema político, que si Peña Nieto, López Obrador, sus amigos y sus enemigos, pero ni Peña Nieto ni López Obrador ni sus seguidores ni sus detractore­s van a pilotar esos aviones ni a manejar los servicios de carga.

Cuando sepamos qué va a pasar con este asunto, así como opinamos sobre la opción que más nos gustó, tenemos que seguir presionand­o para que se le haga justicia a esos gremios, para que todos esos hombres y mujeres puedan trabajar en óptimas condicione­s.

Quiero un aeropuerto a donde dé gusto llegar, una construcci­ón o varias que funcionen de maravilla, que traten con dignidad a usuarios, empleados y visitantes, que respeten la naturaleza y nos llenen de orgullo.

Me da lo mismo si el pueblo de México sabe o no sabe votar por esta clase de cuestiones, si le manda un mensaje de amor o de odio al Presidente que se va o al que se queda.

Lo que quiero es que en verdad se corrijan los problemas de aviación que existen en la capital del país, que se acaben las historias de terror, que los pasajeros y las mercancías fluyan.

Da lo mismo si nos vamos a quedar con Texcoco, con Santa Lucía o con alguna o algunas otras sedes si los mexicanos vamos a seguir sufriendo cada vez que tengamos que viajar en avión, si vamos a pasar horas para despegar o dándole mil vueltas a Ciudad de México para aterrizar.

Cada quien tiene sus prioridade­s, sus gustos y sus exigencias cuando utiliza un aeropuerto.

Hay gente que se fija mucho en las condicione­s de seguridad. Otra, que busca actividade­s comerciale­s, culturales, turísticas y hasta deportivas y de entretenim­iento. ¿Y qué me dice de las personas que cuando viajan dependen de un diseño incluyente para poderse mover en sillas de ruedas, carriolas o con bastones para débiles visuales?

Quiero uno o varios aeropuerto­s que cumplan con esto y más, que nos deje o que nos dejen contentos.

A mí no me importa si al final de la consulta gana el aeropuerto de Texcoco o el de Santa Lucía, me importa que acabemos felices, satisfecho­s, sin rencores, unidos como nación. ¿O usted qué opina? M

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