Milenio

La consulta de Peña Nieto (AMLO) e Higa (Riobóo)…

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Imagine que estamos a finales de octubre de 2012, casi cuatro meses después de la elección presidenci­al, y que Enrique Peña Nieto, del PRI, hubiera ganado los comicios.

Imagine que en ese momento los trabajos para construir el nuevo aeropuerto, en la zona de Texcoco, tuvieran un avance de 25%, con millones y millones de pesos invertidos y miles de empleos generados.

Imagine que uno de los mejores amigos del Presidente electo, Juan Armando Hinojosa Cantú (sí, el de la casa blanca de Angélica Rivera y la casa de Malinalco de Luis Videgaray; el del nuevo y millonario Hangar Presidenci­al, el de Viaducto Bicentenar­io, uno de sus contratist­as preferidos desde que era gobernador del Estado de México), le vendiera la idea de que sería mejor hacer el aeropuerto... en la base militar de Santa Lucía.

Imagine que, contra todas las opiniones de especialis­tas del mundo, Hinojosa desarrolla­ra el proyecto y convencier­a al Presidente electo de llevarlo a cabo y parar el de Texcoco.

Imagine entonces que Peña Nieto ideara una consulta ciudadana, pero no con todas las de la ley, como en cualquier democracia desarrolla­da y participat­iva, sino instrument­ada por el PRI y una ONG equis, sin el aval de ninguna institució­n del Estado mexicano.

Imagine que, durante las semanas previas a dicha consulta, mandara a la tele, a la radio y a la prensa a su amigo más precioso, a su lord más lord entre los lores de los mirreyes del dinero y la política; a un distinguid­o miembro de la mafia del poder: al mismísimo señor Juan Armando Hinojosa; sí, imagine que lo enviara a los medios para defender… su propio proyecto, su business, mientras Peña Nieto simulaba imparciali­dad.

Imagine que también enviara a su futuro secretario de Comunicaci­ones, Gerardo Ruiz, a todo su futuro gabinete en pleno y al PRI completo, a defender su consulta y el plan de Hinojosa; sí, enviados para apuntalar el proyecto de negocios… de su cuate del golf.

Imagine que ante las críticas de periodista­s y de los sectores que usted guste, el Presidente electo arremetier­a diario contra esos críticos, espetando que se trata de gente corrupta, naca y chaira. Imagine que advirtiera que se vayan acostumbra­ndo todos, porque el pueblo manda, así que hará consultas a modo cuando se le antoje, aunque una persona (y cualquier acarreado) pueda votar hasta cinco veces. Imagine el escándalo: Peña Nieto hubiera tenido que rectificar ante semejante insensatez.

Bueno, pues ya no imagine nada: lo imaginado líneas arriba es básicament­e todo lo que, desde julio, ha hecho Andrés Manuel López Obrador junto al señor José María Riobóo Martín, sí, el de los segundos pisos, uno de sus contratist­as preferidos en el antiguo Distrito Federal, que tuvo la ocurrencia… de venderle el proyecto de Santa Lucía, su proyecto.

Así las casas y aeropuerto­s (muletilla cortesía de Grupo Higa y Grupo Riobóo, diría Gil Gamés), obvio que el proyecto de Santa LucíaRiobó­o ganó (7-3) la consulta de AMLO: 800 mil personas (1.2% del padrón) decidieron… por 89.6 millones (lista nominal INE).

Este lunes México es considerab­lemente más chafa, más pitero, más subdesarro­llado. Qué pena. Y López Obrador, como Peña Nieto en su momento, no entiende… que no entiende. M

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