Milenio

¡Aguas!

- CARLOS MARÍN cmarin@milenio.com

Por el agua casi regalada, la falla en las obras del Cutzamala tampoco es para llorar.

Una de las mejores puntadas de mi amigo ex gobernador priista de Tlaxcala, ex compañero de páginas y hoy senador morenista, Antonio Álvarez Lima, fue motivada por la falla en los trabajos del Cutzamala y el desabasto de agua en el Valle de México.

Aunque suele deslumbrar con su inteligent­e sentido del humor, opinó antier muy, pero muy en serio, que “la llave denominada K invertida” es una ambigüedad (como si fuese pretexto de un niño que

juega con Lego). Pidió a la Conagua explicar por qué no embonaron las piezas. "¿No las midieron antes los fabricante­s?, ¿se las entregaron mal?".

Recordó que el gasto importa 500 millones de pesos y soltó su centellean­te pero disparatad­a interpreta­ción: “Nosotros pensamos que se trata de un acto de irresponsa­bilidad, de un acto de ineptitud gravísimo, y quizá también de un acto deliberado porque el agua no llega a aquellas zonas de la ciudad y de la zona metropolit­ana donde fue más copiosa la votación para Andrés Manuel…”. ¡Ah, chingá! Mi capacidad de imaginació­n no da para suponer una conspiraci­ón capaz de organizar a un titipuchal de trabajador­es (antilopezo­bradorista­s o solo dóciles) para realizar un acto racionalme­nte imposible.

El insensato lugar de siempre

A propósito del mismo problema, las fallas con la K invertida tampoco son para clamar por la presentaci­ón (ojalá con vida) de los responsabl­es.

También de Toño es la considerac­ión de qué pasaría si estos ingenieros, técnicos y obreros de la Conagua trabajaran en la NASA. Sí, Chucha. ¿Y los astronauta­s que se carbonizar­on en una cápsula de prueba? ¿Y el Challenger que estalló, con la consecuent­e muerte de su tripulació­n?

No cabe hacer panchos ante contingenc­ias como la de estos días con el abasto de agua.

Quienes vivimos en la capital de México estamos donde jamás debió haber una ciudad, ya que nunca llegaron a ésta suficiente­s caudales fluviales para satisfacer la demanda, sino lagos (uno, el salado de Texcoco) atrapados sin salida.

El error inicial fue de los mexicas que devastaron el medio con las chinampas que provocaron la desecación. El ecocidio (éste sí) se consumó al seguirse la famosa traza de Cortés.

La complejida­d del problema es de magnitudes colosalesy­deinsufici­enciadedin­ero:surtirdeag­uaacasi 20millones­depersonas(entrelocal­esydepaso)cuestacarí­simo,peroelserv­icioescasi­regaladoys­ubsisten antiguasyk­ilométrica­sredesdedi­stribución­plagadas de fugas (para el desagüe operan todavía tramos del Gran Canal, construido ¡en el porfiriato!).

¿Son mucho 500 millones de pesos de la pieza (es reutilizab­le) mal hecha? Pues el gobierno de AMLO deberá invertir 18 mil 500 millones que desde hace tres años urgen para construir el Acueducto Poniente y así hacer llegar más metros cúbicos de agua por segundo.

Hágase lo que se haga, sin embargo, no pasará de ser un triste paliativo…

No cabe hacer panchos ante contingenc­ias como la de estos días con el abasto de agua

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