El poder y el efecto militar
La polarización que se está produciendo en México es grave. La impunidad y la falta de justicia es precisamente una de las causas, ya que, ante una crisis institucional, social y, por supuesto, de valores, de víctimas pasamos a ser victimarios; de aceptar al prójimo y sus circunstancias, a imponer mi razón aunque ésta esté nutrida de falsedad y posverdad.
Los efectos de la delincuencia y la violencia también son causas de lo anterior, pero lo importante es encontrar el camino adecuado para crear unidad.
¿Qué es verdad respecto a la situación de inseguridad que vive el país? ¿Qué respuesta quiere el próximo gobierno y la sociedad ante esta realidad?
La salida a las calles es algo que los militares no querían, pero han trabajado para generar las condiciones que los regrese a sus cuarteles; sin embargo, la respuesta de gobernantes e instituciones ha sido ambivalente. Por un lado no construyen lo necesario para proteger a quienes gobiernan y sus bienes y, por otro, se escudan en los soldados de tierra, mar y aire para que las cosas no exploten definitivamente.
Han sido ambivalentes y mezquinos, pues no han tomado la responsabilidad que les corresponde, y siempre será más fácil culpar y responsabilizar a los militares de los efectos que conlleva la búsqueda de la paz a través del uso legítimo de la fuerza.
Organizaciones, algunos intelectuales, la izquierda mexicana y otras voces que creen el cuento de que victimizar a los criminales y criminalizar a las fuerzas armadas es la tendencia, insisten en que la seguridad debe ser sin guerra; en que el regreso a la calma será a través de consensuar con criminales y no fortalecer a soldados y marinos.
La realidad es que los militares protegen a todos los mexicanos sin distinción, aún a sus detractores.
¿Qué sería de este país si los soldados ya no hicieran labores de seguridad pública? No hay respuesta.
¿Qué tipo de fuerzas armadas quiere la gente para los próximos seis años? Nadie, absolutamente nadie, da una respuesta.
La Ley de Seguridad Interior no producirá un poder ilimitado a las fuerzas armadas; busca crear la responsabilidad jurídica para que alcaldes y gobernadores generen condiciones que permitan a la gente vivir en paz, sin impunidad y con justicia.
Esta ley busca comprometer a las autoridades a que cumplan con su obligación.
De la mano de esta ley deberá acompañarse la estrategia de seguridad que el próximo gobierno presentará el miércoles entrante. Andrés Manuel López Obrador y quienes conformarán su gabinete de seguridad tienen claro que sin las fuerzas armadas no se podrá llegar muy lejos.
Aquí es donde la ficción en torno a los militares se desvanece ante realidad, ya que en los hechos son los únicos que pueden hacerle frente al problema; son quienes después de 15 años de estar en las calles, conocen mejor las amenazas y realidades en torno al impacto que los criminales han causado en la gente, en los gobiernos, en la economía y, por supuesto, en la fuerza que ha tomado el fenómeno de la polarización en México.
Que no se escatime el poder militar.
Los soldados no querían la calle, pero generan condiciones que los vuelvan a sus cuarteles