La campaña por la militarización
No deja de ser curioso que un gobierno que ha ubicado a los “conservadores” como sus adversarios, como todo aquello que él nunca será, haya pasado tanto tiempo en sus primeras horas y haya tomado la decisión estratégica de empoderar a las fuerzas armadas mexicanas como no se había visto hace mucho, mucho tiempo.
Algo hay extraño en ver al presidente López Obrador en campaña por la militarización de la seguridad.
La Guardia Nacional como un cuerpo más de la Secretaría de la Defensa Nacional necesita de un cambio constitucional y, como se dio cuenta hace unos días el gobierno, más allá de la ola del primero de julio, pues en el Congreso no está tan fácil como parecía.
PAN, PRI, PRD y MC, que se han pronunciado contra la propuesta, tienen suficientes legisladores para detener el cambio constitucional que López Obrador necesita. Por eso es que la campaña es necesaria para construir presión sobre algunos de esos legisladores.
En el camino de la campaña, sin embargo, y sin certeza de que la Guardia existirá, López Obrador ha dicho cosas que pueden ser dañinas para su propio proyecto y sus resultados.
El sábado volvió a arremeter contra la Policía Federal: “Es indispensable aceptar que la Policía Federal, creada hace 20 años para suplir la labor de las Fuerzas Armadas en el combate a la delincuencia, es en la actualidad un agrupamiento de apenas 20 mil efectivos, que carecen de disciplina, capacitación y profesionalismo”. Si no hay guardia, esos son a quienes tendrá que mandar a combatir el crimen.
Peor aún, lo que dijo de policías estatales y municipales: “Se debe reconocer, sin generalizar, que muchos están movidos por la corrupción y no por el deber del servicio público, y que su descomposición los pone bajo el dominio de la delincuencia. El ciudadano mexicano en laen estado de in de fensión. No tenemos policías para cuidar a los ciudadanos”.
Nadie discute el diagnóstico. Pero ahora son gobierno. Y no hay ningún proyecto hasta hoy para hacer algo con ellos. Y solo están esos, no hay otros. Es imposible que la Guardia Nacional alcance para sustituirlos.
Que el presidente de la esperanza y la transformación los trate así no parece una buena idea.
La estrategia, necesaria para presionar a algunos legisladores