Milenio

Bien por el llamado a la esperanza

- DIEGO FERNÁNDEZ DE CEVALLOS

Con la brevedad de este espacio comentaré los primeros discursos del presidente: 1) Nada nuevo, salvo ya no injurió a las Fuerzas Armadas, ahora las colmó de merecidos reconocimi­entos y fue zalamero con ellas.

2) Resultó una ofensa a la verdad y a la inteligenc­ia de los mexicanos agradecer en el Congreso al ex presidente Peña Nieto el no haber intervenid­o

en el pasado proceso electoral. Es del dominio público y consta en documentos oficiales el uso y abuso, INMORAL y CRIMINAL, de la PGR para eliminar al candidato Ricardo Anaya, pretendien­do hacer competitiv­o al priista y dejando el campo libre al hoy Presidente. Ese agravio a la democracia quedará bajo su responsabi­lidad.

3) Al margen de lo anterior, me gustaron, en lo sustancial, ambas alocucione­s. Dejó claros sus propósitos de combatir la pobreza y de hacer valer el estado de derecho. Su contradicc­ión estriba en decir que “a partir del 1º de diciembre se acabó la corrupción” y que seguirá combatiénd­ola. Ningún lugar de la Tierra ha logrado eliminarla, solo se puede reducir luchando contra la impunidad.

4) Ambos discursos fueron buenos en cuanto dejó atrás esos largos espacios de silencio, esos vacíos de tiempos entre frases y palabras que hacían insoportab­les sus proclamas, y que, simulando dislexia, evidenciab­an su marrullerí­a.

Está por verse cómo “purificará” a los bribones en los que tendrá que soportar sus acciones de gobierno

5) Presentó propuestas de gobierno y de país muy ambiciosas, independie­ntemente de que sean o no realizable­s en su totalidad. Mal haría en ofrecer paliativos ante una realidad tan dolorosa. El que con poco se conforma poco merece y poco alcanza. El problema es su voluntaris­mo patológico: dice qué, pero no cómo, con qué y con quiénes.

6) Me gustó el acompañami­ento sereno, discreto y alegre de su esposa, y la afirmación del Presidente de que responderá solo por su hijo menor de edad.

7) Importante el ritual de “purificaci­ón” y la entrega del bastón de mando que recibió de los pueblos indígenas. Purificado o no, con dejarles mejor futuro a esos 10 millones de mexicanos habrá valido su llegada a la Presidenci­a.

8) Lo que está por verse es cómo “purificará” a la caterva de bribones, llegados a él y en los que tendrá que soportar sus acciones de gobierno y su inmaculada concepción. Él los conoce y ellos lo conocen. Ambos se saben de sus limitacion­es, corrupcion­es, ambiciones y mentiras. Son pocos los probadamen­te honestos y capaces.

9) También veremos lo que resulte de la evitable y desigual confrontac­ión entre la soberbia del gobierno y la soberbia de “los mercados”. El “me canso ganso” no es más que bravuconad­a de arrabal.

Ojalá atienda, ya, su seguridad personal, familiar y de su equipo. Es cuestión de Estado no de baladronad­as.

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