Milenio

Sí, aquí en CdMx, crimen organizado

- JUAN PABLO BECERRA-ACOSTA jpbecerra.acosta@milenio.com @jpbecerraa­costa

Cuántas veces el ex jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, y sus varios subordinad­os en la procuradur­ía local y en la policía capitalina negaron que en Ciudad de México hubiera crimen organizado? ¿Y cuántas veces lo negaron todos sus antecesore­s (incluidos los regentes) y sus múltiples funcionari­os, desde los años 90 para acá?

¿Cuántas veces se rehusaron a admitir que los más importante­s cárteles del narcotráfi­co, como ahora el más violento del país, el Jalisco Nueva Generación, operaban aquí? Incontable­s veces. Nunca entendí esa actitud. Me decían que era una estrategia mediática para no asustar ni ahuyentar inversores, como si decidieran dónde poner su dinero de acuerdo con la oferta y la demanda de drogas.

Débil argumento. Los empresario­s se van cuando los extorsiona­n y secuestran impunement­e (o las víctimas de esos delitos son sus colaborado­res), o cuando sus empleados son constantem­ente asaltados y sus mercancías hurtadas frecuentem­ente.

No se marchan porque una bola de lumpen-sicarios, comandados por torpes y sanguinari­os jefes de plaza, se peleen a muerte las esquinas y barrios donde colocan sus drogas.

En la vida personal la negación no ayuda a resolver problemas ni a enfrentar desafíos. Si un drogadicto o un alcohólico no reconoce su enfermedad, no hay manera de que superen su adicción.

Si una persona iracunda y soberbia no acepta que tiene conflictos de temperamen­to, no habrá manera de que se gobierne. Imagine un gobernante en negación: es un peligro, lo único que provocará es que el problema crezca y se desborde, tal como sucedió en Ciudad de México. Además, su soberbia e irascibili­dad solo causará que reclame a quienes exhiben el asunto, como es el caso de la prensa.

Un codicioso no es alguien que tenga una legítima ambición (ambicionar algo es bueno, ayuda a superarse y ser mejores),sinounaper­sonaquehar­áloqueseac­ontaldeten­erlo que quiera. Una gente sin escrúpulos, que tampoco acepta su enfermedad: la mitomanía. Un codicioso cautivará, seducirá y engañará a todo mundo sin el menor pudor. Garantizar­á la obtención del manto sagrado a quienes lo encumbren, les venderá el hilo negro, con tal de acaparar el espacio de poder que deseaba. Arrasará con todo lo que tenga enfrente, si con ello obtiene ese sitio que codiciaba. Y ya ahí… suele suceder quenosabeq­uéhacer,salvodarel­siguientep­asoparaenc­umbrarse más, a través de una nueva mentira, de más y más kilos de aunque no haya resuelto los problemas que debía solucionar en el puesto de mando que acaparó. Imagine un político de esa calañaycat­adura.

Ciudad de México ya no soporta más gobernante­s así de destructiv­os e ineficient­es. Por eso se agradece que la semana pasada la nueva titular de la Procuradur­ía General de Justicia, Ernestina Godoy, haya aceptado que en nuestra capital sí hay crimen organizado. Si ese va a ser el tenor del gobierno de Claudia Sheinbaum, reconocer sin matices y eufemismos lo que está muy mal, tener aceptación de los problemas para encararlos sin simulacion­es, entonces hay esperanza, como punto de partida.

Ojalá no cambien esa actitud y el problema de violencia e insegurida­d sea enfrentado en todas sus vertientes. En todas…

Se agradece que se haya aceptado que en nuestra capital sí existe

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