El contrapeso
Llevamos ya siete semanas teniendo un desorden macroeconómico que no estábamos acostumbrados a ver en las últimas tres transiciones presidenciales; la falta de comunicación, las amenazas desde el Congreso, así como declaraciones encontradas de secretarios de Estado han alimentado la desconfianza e incertidumbre. Los costos son muy claros e inobjetables, ahí están: tasas más altas que significan pagar un mayor precio por parte de todos los mexicanos para la retribución del servicio de la deuda, un tipo de cambio alto que presiona a la inflación y que deteriora el poder adquisitivo, además de una Bolsa de Valores que pierde 20 por ciento en el año y que no tiene una buena perspectiva hacia adelante; miles de millones de pesos perdidos en muy poco tiempo y con costo, insisto, a toda la población.
Las Afores, que también invierten en bonos de deuda del aeropuerto cancelado (Fibra E con situación no resuelta) y en Bolsa, también traen pérdidas muy importantes. Una situación sin precedente inconclusa que también puede perjudicar, es la situación de los bonos del NAIM en manos de extranjeros que no han aceptado la propuesta de compra del gobierno federal, por el fallido aeropuerto; una decisión política en la que financieros con conocimientos y tiempo, no están conformes por las condiciones ofrecidas.
Es un cambio radical el que estamos viviendo: un gobierno de izquierda y con mayoría en el Congreso, que por ende cuenta con toda la fuerza para pasar y aprobar iniciativas; de ahí la importancia de homologar la comunicación y de tener un uso responsable del poder y de la voz. Algo que puede ser bueno o malo es la falta de contrapesos. Típicamente ante iniciativas responsables y congruentes, la mayoría ayuda, así como ante iniciativas populistas y preocupantes, la mayoría podría perjudicar.
¿Entonces no hay contrapesos? Sí hay, y es muy importante. Quizás, hasta el momento ignorado y menospreciado, ese contrapeso importante es el mercado: un mercado que penaliza con costo para los mexicanos y el propio gobierno federal, un mercado que cuenta con toda la información para premiar o castigar la responsabilidad fiscal y el rumbo de un país.
Al mercado no se le puede engañar fácilmente, y en el mundo actual la información se conoce inmediatamente, un ejemplo: una mala decisión podría provocar la salida de capitales que al irse presionarían más el tipo de cambio y con ello deteriorar la calificación crediticia del país; también una baja de calificación que a su vez provoque una estampida y que con ello el tipo de cambio, las tasas de interés y la inflación se deterioren.
Con estas variables deterioradas no hay manera de tener desarrollo económico saludable, inversión, creación de empleo, otorgamiento de financiamiento, ni crédito hipotecario; y como resultado, tampoco un país generando mejores condiciones para sus habitantes.
Si bien es cierto que hoy no hay contrapesos políticos, el mercado es un contrapeso económico importante, que de ser ignorado por nuestro gobierno le va a costar a él y a todos nosotros.