Fin de la guerra: un desastre anunciado
Las piezas se han acomodado y es posible tener una visión clara del desastre que se avecina en materia de seguridad durante el sexenio, lo cual ya es mucho decir tomando en cuenta lo sucedido entre 2015 y 2018, cuando los homicidios dolosos crecieron 91%, al pasar de 17 mil 336 a 33 mil 96; una tasa promedio de incremento anual de 22.5%. De no modificarse esa tendencia, 2019 terminaría con alrededor de 40 mil homicidios.
El hecho más sólido en el que se soporta la afirmación anterior es que el único estratega en esta materia es López Obrador, es decir, sus prejuicios y ocurrencias. Primera: la inseguridad se combate con gasto social, por lo que la política para reducirla será 70% social y 30% de seguridad. Conclusión de las premisas anteriores: el presupuesto de seguridad y justicia no necesita crecer, lo que significa mantener las mismas e insuficientes capacidades del Estado para abatir impunidad y perseguir organizaciones criminales, cada vez más fragmentadas, dispersas geográficamente, violentas y empoderadas.
Segunda: militarizar la seguridad pública llevando a la Constitución la creación y estructura de la Guardia Nacional. Ello significa eliminar a las policías civiles de los tres órdenes de gobierno, error garrafal. En los foros de consulta al respecto no hubo una sola voz de expertos ni de gobernadores —insisto, ni una sola, cero— que defendiera la propuesta presidencial. Se medio modificó el dictamen para tratar de ocultar la militarización y así lo aprobaron los diputados. Aun así, AMLO instruyó a los senadores de Morena a aprobar el texto original. ¿Quién manda en materia de seguridad? AMLO y nadie más ¿A quién escucha? A nadie.
Tercera. Combate al huachicol. El Presidente ordena cerrar ductos para impedir que se roben la gasolina. Pésima idea por ineficaz e insostenible financiera y logísticamente para Pemex y para el Ejército que no puede vigilar todos los ductos todo el tiempo. Después de la ocurrencia, que produce daños cuantiosos a la economía de varios estados por el desabasto, siguen algunas acciones para aparentar una estrategia: Inteligencia Financiera desempolva expedientes antiguos contra gasolineros que venden combustible robado y el Ejército detiene huachicoleros de tercer nivel. Un objetivo deseable, sin planeación alguna y con los instrumentos inadecuados, que provoca más daño que los criminales.
Cuarto. AMLO declara el fin de la guerra al narcotráfico y que ya no capturará capos, sino que se enfocará en reducir la inseguridad. Terrible confusión entre el discurso político y la realidad. Además de que el narcotráfico pudiera ya no ser el mercado ilegal más violento, no hay manera de reducir la inseguridad sin una política inteligente de desarticulación eficaz de bandas delictivas (lo que implica necesariamente detener a sus líderes) enfocadas en los otros mercados ilegales: extorsiones, huachicol, trata de personas, robo de automóviles, etcétera. Esos cientos de organizaciones criminales no desparecerán con gasto social. ¿Está pensando en una amnistía o un pacto con el crimen organizado para reducir inseguridad? Ignorancia de la lógica criminal que producirá más inseguridad.¿Cuál será su próxima ocurrencia? Preocúpese.
De no modificarse la tendencia, 2019 terminaría con 40 mil homicidios