Tres mujeres de Rusia
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Febrero de 2016. Las imágenes provenientes de Moscú, Rusia, evocan a Perseo, triunfal, alzando en la mano derecha la cabeza cercenada, aunque no inofensiva, de Medusa, el monstruo telúrico femenino que convertía en piedra a quien osaba sostenerle la mirada.
Solo que la realidad estaba muy lejos de cualquier mitología. No era Perseo: se trataba de una niñera que gritaba de forma desaforada “¡Soy una terrorista!”.
La cabeza no era de Medusa, era de Nastia M, una niña de cuatro años, que fue asesinada y decapitada por su niñera, quien antes de salir a la calle prendió fuegoaldepartamentoenelqueprestabasusservicios.
Fueron los bomberos los que advirtieron que algo terrible estaba por suceder después de hallar entre los escombros el cadáver sin cabeza de la menor.
Una trabajadora de café señaló al diario digital Gazeta.ru: “Desde la puerta vimos a una mujer tirada en el suelo. De pronto se levantó y se escabulló. Llevaba puesto un hiyab y de cuando en cuando gritaba Allahu Akbar (Dios es grande)”, añadió.
La misma trabajadora señala que la mujer sacó de una bolsa la cabeza de una niña. Durante unos 10 minutos caminó de un lado a otro con la extremidad de la menor en la mano derecha. Cuando las autoridades llegaron, la mujer arrojó la cabeza al piso.
Un año antes, en julio de 2015, una pensionista de 68 años, Tamara Samsonova, fue captada por una cámara de seguridad cargando bolsas negras, que resultó contenían partes corporales humanas.
Tras ser detenida, la policía de San Petersburgo, Rusia, revisó el departamento de la anciana. Hallaron un diario escrito en ruso, alemán e inglés en el que describía al menos 10 homicidios y desmembramientos, en los que no estaban incluidos los de Valentina Ulanova, de 79 años —la víctima más reciente—nieldelmaridodelasospechosa,quiendesapareció en 2005.
En el Día del Amor reciente, la policía de Berezovka, Rusia, dio a conocer que investiga a una mujer de 80 años como presunta asesina serial, después de encontrar pedacería humana en su refrigerador.
La mujer, de la que aún no se proporciona el nombre, es una trabajadora retirada de granja, a la que no desagradabahacerlaboresdematarifeyalaquelosinvestigadores vinculan con siete asesinatos más.
Deacuerdoconlasautoridades,lainvestigaciónque derivó en la detención de la mujer comenzó cuando perros callejeros disputaban huesos y trozos de carne que fueron arrojados al arroyo en unas bolsas.
Los canes deshicieron los contenedores y un niño vioqueunadelaspiezasquelosanimalespeleabanera una mano. Las huellas dactilares determinaron que la pieza perteneció a un barrendero que vivía con la ahora sospechosa. Los agentes acudieron con una orden de allanamiento al departamento de la mujer.
Enelrefrigeradordelasospechosa,losinvestigadoreshallaronalgunosórganosylasentrañasdeltrabajador, de las que se cree eran parte del menú de la mujer, a quien, de acuerdo con sus vecinos, la escucharon en muchas ocasiones golpeando el piso con algo que, por el sonido, parecía un hacha. La policía informó que la matarife es investigada por dos desapariciones más: la de una mujer y la de un adolescente.
La policía de San Petersburgo halló un diario que describía 10 homicidios y desmembramientos