Milenio

Bullying a la francesa

- HÉCTOR RIVERA

El año pasado, durante una ceremonia pública, le salió lo neuras al presidente francés, Emmanuel Macron, cuando un muchacho entre la multitud lo saludó sin solemnidad. Lo puso del asco, le exigió respeto y lo conminó a echarle por delante el “señor presidente”.

Para el mandatario el incidente comenzó y terminó ahí, pero para el muchacho marcó el comienzo de una existencia de pesadilla. Unos días después del regaño, una periodista buscó al muchacho. Supo entonces que vivía en el infierno. Todo el mundo se burlaba de él en la calle, en la escuela. Se escondía en su casa, no hablaba con nadie, se ausentaba de la escuela con el menor pretexto. Indignada, la periodista le dirigió un mensaje al presidente: “Hola, señor Macrón, ¿sabía que acabo de ver al joven en su colegio y que no lo está pasando bien porque todo el mundo se burla de él? Se fue a su casa, no quiere hablar con nadie, tiene miedo de que esto lo lastime por el resto de la secundaria. Buen día”.

Sin proponérse­lo, Macron había iniciado una campaña de bullying contra un muchacho que era antes alegre y desinhibid­o.

Desde hace años Francia es uno de los peores lugares del mundo en materia de acoso a través de las redes de internet. Se calcula que casi dos millones de niños y adolescent­es sufren el robo de sus alimentos, amenazas, golpizas, extorsione­s, agresiones verbales y ataques sexuales.

A finales del año pasado los franceses se conmociona­ron cuando corrió por todas partes el mensaje del pequeño Charlie grabado por su hermana. Entre lágrimas, el niño relataba su drama: “Tengo siete años. Desde el año pasado hay un niño que se llama Nathan que me pega todo el tiempo. Y hoy es a mi hermano pequeño a quien le pegó. Le dije a mi mamá que tengo ganas de reunirme con Dios y morirme. Estoy harto de ese niño, no para de pegarme todos los días. Quiero reunirme con Dios para siempre”.

Por supuesto, ninguna autoridad salió en defensa de Charlie, como ninguna autoridad ha salido en defensa de las mujeres que han sufrido bullying desde hace años de parte de un grupo de destacados periodista­s franceses.

Es de no creerse, pero las agresiones entre adultos se entienden en un país con tan amplios márgenes de tolerancia en casos de ataques continuos contra los niños.

“Llegué a un punto en el que me odiaba. Tuve ideas oscuras. A fuerza de leer cosas horribles sobre mí en las redes sociales pensaba que no valía nada”, escribió una de las víctimas.

Otra se acercó a un colega periodista para contarle susdesvent­uras.Lloróensuh­ombroylepi­dióconsejo para librase de los acosos. “Aguanta. Así es la cosa”, le recomendó. Supo luego que su confidente era uno de los acosadores que la amenazaban con violacione­s y golpizas, que la insultaban de tiempo completo. Por lo pronto,mediadocen­adecomunic­adoreshans­idosuspend­idosodespe­didos,peroeldaño­yaestáhech­o._

Francia es uno de los peores lugares del mundo en materia de acoso a través de las redes de internet

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