Etileno XXI con bukake incluido
Una vez más un fantasma recorre México, es el fantasma del melodrama ranchero hecho con los materiales del hiperrealismo tragicómico, fársico, musical. Por eso, Sergio Goyri demostró que en México no hay pendejos sino pendejos con iniciativa, pudo ofrecerle disculpas a Yalitza Aparicio convirtiéndolas en una nueva forma de insulto clasista.
Por eso Clara Torres, de filiación telenovelero-panista, en vez de dar la batalla, pudo renunciar a su responsabilidad al frente del programa de estancias infantiles en medio de una nube de alegatos como de guión de Mi Marido tiene más familia, inspirada en Maxito Cortázar.
Por eso el dotor Meade y los amos de la puerta giratoria guardaron prudente silencio cuando se supo que, gracias a su amplio y fino conocimiento de las finanzas petroleras y de la superación personal en materia de bisnes-ar-bisnes, Pemex firmó una serie de espléndidos contratos con una filial de Odebrecht, donde la petrolera era sometida a una violación tumultuaria con bukake.
Seguramente por eso las calificadoras como la siempre humanitaria JP Morgan (a la que podemos recordar por su bonito papel en toda clase de sobornos y escándalos financieros, además de la estafa maestra de Bernie Madoff en Wall Street, al que no dejó de ponerle estrellitas
Pemex era sometida a una violación debido a una firma de contratos
en la frente hasta que todo se fue al carajo) descalificaron con justa razón el plan de rescate de Pemex, pues no incluía teleofertones como el de Etileno XXI, que hace del huachicoleo un deporte de usureros de película de Pepe el Toro.
Con estos elementos se podría decir que el supuesto compló para acabar con Pemex es, por supuesto, otro mito genial. Las excelentes condiciones económicas en las que dejaron la empresa (producto del atinadísimo y patriótico esfuerzo de sus directores, que eran unos genios), además de la participación de Robero Deschamps al frente del sindicato (el austero depa de interés sensual de su júnior en Miami, entre otras maravillas de la austeridad sindical, son un ejemplo), no devuelven la fe en la humanidad y demuestran que si Pemex aguantó el prianismo, aguanta cualquier cosa, incluso a aquellos que se levantaron todos los días pensando en cómo se lo iban a chingar.