En cumbre contra abusos, la Iglesia “se juega la credibilidad”
El próximo jueves arrancará en el Vaticano una cumbre antipederastia sin precedentes, que reunirá a los presidentes de todas las Conferencias Episcopales del mundo para abordar junto al papa Francisco el problema de los abusos sexuales a menores por parte de sacerdotes y religiosos.
La cumbre en el Vaticano es la primera de este tipo, se llevará a cabo del 21 al 24 de febrero y quiere ser una respuesta concreta al escándalo de la pederastia y sobre todo a su encubrimiento.
“Es el momento de la verdad. Aunque dé miedo y nos humille", reconoció en una conferencia de prensa el arzobispo maltés Charles Scicluna, autor entre otros del informe sobre el fundador de los Legionarios de Cristo, el fallecido mexicano Marcial Maciel, entre los escándalos más graves por pederastia que ha vivido la Iglesia.
El sacerdote HansZollner,u no de los principales organizadores de la cumbre, adelantó la semana pasada que el encuentro girará en torno a los temas centrales: res- ponsabilidad de los obispos, rendición de cuentas, mejora de procedimientos y transparencia.
Del último tema, puso el ejemplo de la desilusión que genera entre los católicos de EU los recientes casos de pederastia como el del ex cardenal Theodore McCarrick o el informe de la Corte Suprema de Pensilvania, que reveló que más de 300 sacerdotes abusaron de niños durante los últimos siete años. También se refirió a las revelaciones de la Iglesia alemana que documentaron que entre 1946 y 2014 se contabilizaron 3 mil 677 casos de abusos sexuales a menores.
Según estimaciones de las asociaciones de víctimas —con datos de comisiones de investigación estatales y eclesiales—, podrían ser hasta 100 mil menores los que han sufrido maltrato físico y sexual en instituciones católicas en el mundo. “La credibilidad de la Iglesia está en juego”, admite el jesuita Federico Lombardi, ex vocero del Vaticano, quien coordinará los debates.
La red En dingCl erg y Abuse reunió a 40 víctimas de los abusos para citarse en Roma y contar sus casos ante la prensa, llevar a cabo acciones de protesta y demandar a la Santa Sede que implemente las recomendaciones que les dio en 2014 el Comité de la ONU sobre Derechos del Niño.