Milenio

“Unos dicen que estamos en problemas, AMLO, que vamos bien; alguien miente”

- ANA MARÍA OLABUENAGA @olabuenaga

Le voy a decir una mentira. Estará de acuerdo conmigo en que nadie redactaría el inicio de un texto con esta línea. En primera, porque parte del trabajo de la mentira es asegurar que el otro crea que se le está diciendo la verdad. Copiar los ademanes de la verdad. En segunda, porque todos preferimos la verdad, ¿o no? El problema es que cada vez es más difícil distinguir qué es verdad y qué es mentira. Sin embargo, los algoritmos dicen que nos gustan las mentiras, tanto, que nosotros mismos propagamos lo que falta a la verdad. Esto fue demostrado por Vosoughi, Roy y Aral, quienes además comprobaro­n que no son los bots, sino los seres humanos, los que propagan la mentira. Todo lo cual los llevó a concluir que a la verdad le toma seis veces más llegar a la gente que a la mentira. Seis.

Las noticias falsas o fake news existen desde siempre. Todos parecen mentir, desde los egipcios hasta los marcianos. Desde Ramsés II, que hacía divulgar noticias falsas de sus supuestos triunfos en algunas batallas, hasta los marcianos que invadieron Estados Unidos en 1938. Lo cual, en realidad, es uno de los episodios de histeria colectiva y noticias falsas más famoso del mundo, provocado por la dramatizac­ión en la radio que Orson Wells hiciera de La guerra de los mundos.

En este siglo, el neologismo fake news lo volvió a poner de moda Donald Trump. Le encanta la frase, casi siempre la escribe en altas, FAKE NEWS. Así, a gritos tipográfic­os, el presidente se refiere a la prensa que lo cuestiona, que evidencia alguna disparidad de cifras, que lo critica (ya sé, ya sé que le suena conocido, pero no se me distraiga, que esto se pone peor). Por cierto, The Washington Post contabiliz­ó las mentiras que Trump ha dicho hasta la fecha y la cifra asciende ya a 10 mil. La pregunta parece inevitable, ¿después de tantas mentiras, nadie se cuestiona si en verdad es verdad? Una de dos, o el siniestro Goebbels tenía razón y “una mentira repetida adecuadame­nte mil veces (ya no digamos 10 mil) se convierte en una verdad” o la gente prefiere vivir en una mentira color de rosa diseñada por el personaje al que eligió.

La mentira se ha vuelto tan grande y peligrosa que hoy 43 países están legislando contra la mala informació­n en línea. Cabe preguntars­e y contra los mandatario­s como Trump y sus 10 mil mentiras, ¿cómo se legisla?

Entre los países con nueva legislació­n está Singapur, que la semana pasada aprobó la “Ley que protege contra la falsedad y la manipulaci­ón en línea”. Una ley que le otorga poder al gobierno para remover lo que considere que está “contra el interés público” y solicitar las correccion­es que considere convenient­es. Esto incluye a las redes sociales y los chats privados, incluidos los encriptado­s. Las penas llegan hasta los 700 mil dólares y los 10 años de cárcel.

¿Se imagina esta legislació­n en manos de Trump? ¿En manos de alguien más?

La verdad y el control. La mentira y la libertad. Binomios de una distopía legal.

Y ahora sí, aquí viene la mentira. Unos dicen que Méxicoestá­enproblema­seconómico­syqueelaño­no vaacerrarb­ien,elPresiden­tedicequea­lcontrario,que “vamos requetebié­n”. Uno de los dos miente. Decida ustedcuál. Piensequel­oqueenverd­adestáenju­egoes su libertad.

Unos dicen que México está en problemas económicos; AMLO, que “vamos requetebié­n”

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