Milenio

Habrá clásico regio en las semifinale­s

Pese a perder por la mínima diferencia, el América eliminó otra vez a Cruz Azul, ahora en los cuartos de final

- EDUARDO ESPINOSA CIUDAD DE MÉXICO

Tigres y Monterrey, que avanzaron por mejor posición en la tabla, se verán las caras; el superlíder León se medirá a las aún campeonas Águilas.

Es la historia de siempre, la que envuelve al América y al Cruz Azul. La de un dominio tan marcado que le permite a uno sobrevivir ante el empuje y arrojo del otro. No fue el día del resurgimie­nto, ese donde esta paternidad por fin se quebrara y La Máquina se exorcizara de uno de sus grandes demonios. No, no lo fue. El ciclo se repitió, ese donde América sale victorioso y los celestes se resignan a otro fracaso.

Y eso que ayer ganó Cruz Azul, pero el 1-0 no fue suficiente. El equipo de Miguel Herrera sin ser nada brillante aguantó y se llevó el pase a semifinale­s con un 3-2 global. El oficio del ganador y la mala fortuna del perdedor.

Cruz Azul salió sin especulaci­ones ni respetos. América a lo suyo, a manejar los dos goles de ventaja. El equipo de Caixinha se hizo con la pelota, con esa línea de tres zagueros –aunque Lichnovsky más adelantado–, tres volantes en el medio campo, con Aldrete y Madueña bien abiertos por los costados. Adelante Jonathan Rodríguez y Milton Caraglio a la espera de alguna pelota para rematar.

Y La Máquina generó sus opciones. El Cabecita Rodríguez tuvo tres disparos en el primer tiempo que se fueron por arriba de la portería de Marchesín. Pero la más clara la tuvo Orbelín Pineda, quien mandó un remate al travesaño y justo esa jugada derivó en un conato de bronca entre los dos entrenador­es que no pasó a mayores.

Así se esfumó el primer tiempo. Cruz Azul fue superior a un América, que como en el primer partido se dedicó a contener. Empezó el segundo tiempo, y La Máquina encontró el gol que le urgía. Minuto 48, vino un pase al área de Alvarado para Jonathan, el uruguayo se libró fácilmente de la marca de Guido Rodríguez y sacó un derechazo cruzado que superó a Marchesín. Los celestes tenían vida y tiempo.

El golpe lo sintió América y a los pocos minutos Herrera mandó a Oribe Peralta por el inadvertid­o Castillo, Caixinha le respondió con Méndez por el Cabecita. América sacó el oficio y dejó de ser un espectador. Llegaron sus oportunida­des, pero tampoco había puntería.

El juego se perfiló hacia un cierre dramático. Y cuando parecía que América mataba con un tanto de Oribe, el árbitro marcó fuera de lugar. A Cruz Azul le quedaban pocos minutos para reescribir la historia y metió lo que le quedaba: Misael y Cauterucci­o.

Era a matar o morir, pues en cada contra parecía que llegaba el tanto azulcrema.

Y Cruz Azul murió… sí, de manera digna, pero para este equipo eso ya no basta ni es consuelo, porque otra vez fue América quien le restregó en la cara el oficio que necesita para recuperar su grandeza.

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IMAGO7 Paul Aguilar festeja la clasificac­ión a semifinale­s.

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