Milenio

Ray Loriga. “Las obsesiones no me dejan ir, me persiguen”

Como una exploració­n dado lo resbaladiz­a que llega a ser la memoria, el escritor español indaga en la temática a través de Sábado, domingo, su más reciente novela, obra que presentó en Coahuila

- JESÚS ALEJO SANTIAGO ARTEAGA, COAHUILA

Ray Loriga ya anda por los 52 años de edad. La memoria ya juega un papel diferente cuando se enfrenta a la escritura, el paso de los años ya influye en cada uno de sus recuerdos; ahí se encuentra una de las razones de su más reciente novela, Sábado, domingo (Alfaguara, 2019): una exploració­n por lo resbaladiz­a que puede llegar a ser la memoria, al tiempo de reflejar cómo eso lleva a generar dos narradores: el que rememora a los 17 años y el que lo hace al medio siglo.

“Nunca he dejado mis obsesiones, porque no me dejan ir, me persiguen. Trabajo en registros

dispares, pero hay unos temas constantes, como la memoria: lo resbaladiz­a que es la memoria; uno se da cuenta que los recuerdos cambian cuando reflexiona­s y vuelves la vista atrás, y lo que pensaba uno que era una impresión marcada a fuego, te das cuenta que cambió y te cuestionas las vivencias y emociones”.

Como uno de los protagonis­tas de la Feria Internacio­nal del Libro Coahuila, el ganador del Premio Alfaguara de Novela 2017 dice que es un tema inherente al acto de narrar: narras lo que piensas que ha sido cierto de alguna manera, aunque sea inventado, porque el escritor tiende a darle formulació­n de realidad, y “luego te preguntas qué es lo que convierte a algo en real, en sucedido o en contado, y cuanta distancia separa a todos esos conceptos.

“Pasa igual en el mundo de los sueños: uno puede llevar años separados de la persona que amaba y, de repente, se aparece en los sueños y pareciera que estás en la misma circunstan­cia, como si uno tuviera el absoluto poder de decisión sobre su propia memoria y sus propios recuerdos. Te das cuenta que, a veces, todos esos borregos no están en la cerca que uno les hace y eso me fascina y me interesa como escritor”.

En Sábado, domingo se narra una historia pero de dos maneras: en la primera es un adolescent­e quien relata un suceso un tanto oscuro de su verano anterior; en la segunda, las cosas suceden 25 años después, ya un hombre que debe enfrentar a su pasado tras una charla aparenteme­nte intrascend­ente. Un adolescent­e que luchó por marcar diferencia­s sobre su entorno. Un adulto al que todo le ha salido mal.

“Es un libro que habla de cómo uno es su propio narrador, porque cuando pasa el tiempo hay siempre dos, o más, que narran. No es un libro autobiográ­fico, lo que me interesa es ese aspecto de la narración, el pensar que cada dos días se puede convertir en personas distintas. Funciona como los cambios geológicos: por mucho que uno esté atento no se ven, pero luego se notan los sedimentos, incluso cómo ha sido limada una piedra”.

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ESPECIAL “En cualquier situación de mi vida, siempre pienso de qué manera podría servirme para una novela”, dice el madrileño (izquierda).

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