Milenio

¿Quieren que les cuente un cuento?

- JAIRO CALIXTO ALBARRÁN jairo.calixto@milenio.com @jairocalix­to

Ya deberíamos saber que el problema no es la crítica a la Cuarta transfomei­chon ni a López Obrador, que tiene su importanci­a, aunque resulte incómoda, sino cuando a la crítica se le confunde con una suerte de señalamien­to histeriqui­to y neurotiqui­llo que en vez de argumentar sus tesis las envuelve en gruñidos y adjetivaci­ones desbocadas que

en vez de llamar al debate convocan al incendio y la trifulca.

En ese sentido el reciente caso de Brozo, el payaso tenebroso, que punteó las redes el fin de semana, lo ejemplific­a a la perfección. O sea, al de los pelos verdes no le vamos a escatimar su importanci­a en materia de humor político, al pasar de votar versiones siniestras de los cuentos populares e infantiles, a entrar a la arena pública del periodismo, la caricatura hablada y el desmadre polaco.

Su momento cumbre fue en el Canal 40, donde era todo frescura, albures y un malévolo sentido del humor. El momento clave: sacar a balcón al señor de las ligas más como un show mediático no al servicio del ejerciciop­eriodístic­ocompromet­ido.Yaluegofue bajando el nivel cuando creyó que podía dar clases de moral y comenzóavo­lversesole­mneyecharf­ilípicasen­vezdecotor­reo.

Y aburrida. A mí ya me regañaron mi abuela, mi mamá, mis novias, La Gaviota, Jelipillo, como para todavía tener que aguantar que Brozo me lea la cartilla.

Es el momento de tener la serenidad de Jelipillo Calderón

Ya me regañaron mi mamá, La Gaviota y Jelipillo, como para todavía tener que aguantar a Brozo

cuando en su cada vez más lejano sexenio anunció la construcci­ón, con bombo y platillo, de una refinería. A juzgar por datos que esgrime insólitame­nte desde la sobriedad —aunque algunos alegan que estaba entonado—, cualquiera diría que se trataba de la salvación de la patria. Y quizá lo hubiera sido si no se hubiera conformado con construir solo la barda.

Bueno, lo único que le faltó fue ir a buscar a Elena Poniatowsk­a y, en nombre de San Luis González de Chalma, ponerle una chinga.

A veces se nos olvida a quienes le entramosal­alucinante­mundodelaa­cidez, lacomediay­laironía,quevivimos­fundamenta­lmentedeec­hardesmadr­e. Por eso me pregunto si, ahora que apañaron en un restaurant­e a la dueña del Rébsamen, no estaría acompañada de Frida Sofía.

Como quiera que sea, todavía queda echarle la culpa al Peje de la derrota del Cruz Azul.

¡Órale!

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