Milenio

“Siempre fui rebelde; conocí a Díaz Ordaz y le dije: ¡qué feo estás!”

La dos veces candidata a ocupar una silla en la Corte es intolerant­e a la hipocresía y a las poses sociales, ha escrito nueve libros y está dedicada a la academia, pero sin descartar su regreso a la política

- Entrevista ISABEL HERNÁNDEZ MEDEL CIUDAD DE MÉICO

Intolerant­e a la hipocresía y a las poses sociales —tanto que siendo niña no le importó decirle aGust avo Díaz Ordaz “qué feo estás”—, así se describe Loretta Ortiz Ahlf. Cuenta que, desde que tiene uso de razón, es rebelde ante los hombres y que su padre la llamaba “justita” por defender a su madre.

Él decidió qué carrera estudiaría, la llamó “loca” cuando le avisó que se casaría con su profesor de universida­d y, pese a eso, le enseñó, sin saberlo, a ser fuerte en un mundo de hombres.

Loretta es más conocida como esposa de José Agustín Ortiz Pinchetti, actual fiscal electoral, y

también se rebela contra esa etiqueta. Es su marido desde 2006, pero para entonces ella ya tenía un doctorado, formaba parte del Sistema Nacional de Investigad­ores, era directora del Departamen­to de Derecho de la Universida­d Iberoameri­cana y ha escrito nueve libros. ¿Cuándo te diste cuenta de la desigualda­d en el país? Desde chica, mi papá me decía eres una “justita”, a todo le decía “esto es justo, esto es injusto”.

¿Por qué?

Porque yo defendía a mi mamá en las discusione­s, yo veía cómo mi papá quería llevar la voz cantante en las decisiones de la familia, y yo lo enfrentaba; somos cinco mujeres, yo soy la mayor, entonces era la defensora de mi mamá y de mis hermanas. Su rebeldía no tuvo límites, recuerda que su abuelo, primero, y después su papá fueron los médicos particular­es de Antonio Ortiz Mena, y los fines de semana iban a su casa en Cuernavaca.

“Un día nos dice mi papá: 'les voy a presentar al presidente de la República'. Yo ya estaba molesta porque nos hicieron vestirnos de crinolina y todo lo demás, ¡con el calor que hace en Cuernavaca!

“Después nos mandan llamar y dice mi papá: 'el presidente de la República', volteo a ver a Díaz Ordaz y le digo 'qué feo estás', ¡así, con todas sus letras!, tenía ocho años.

“Díaz Ordaz nada más se carcajeó, yo me quedé impresiona­da, imagínate su boca grande, con una carcajada fuerte; mi papá no me regañó, pero dijo 'mejor las niñas ya no vienen'”.

Ortiz Ahlf decidió estudiar Derecho, afortunada­mente una carrera aprobada por su padre. A su primer esposo lo conoció en el cuarto año de la licenciatu­ra, cuando estaba por cumplir 21; era su maestro y 10 años mayor, Fernando Alejandro Vázquez Pando, a quien su padre le prohibió ver.

“Ya no me dan permiso de salir contigo —le digo cuando me llama—. Ay, qué pena, porque quería proponerte que te casaras conmigo —me dice—. Pues me caso contigo —le respondí”.

Loretta y Alejandro ni novios eran, solo habían salido tres veces. Cuando colgó el teléfono, su papá le preguntó: “¿Le dijiste que ya no tienes permiso para salir con él?", y ella le respondió: “Pues no me dejaste opción, papá, me voy a casar con él”.

Su matrimonio duró 19 años, Fernando murió de cáncer antes de cumplir 50, como él lo pronosticó; Loretta, para entonces, ya había escrito el primero de nueve libros, Derecho internacio­nal público, el cual lleva cuatro ediciones.

En 2006 Ortiz Ahlf se casó con Ortiz Pinchetti, quien la involucró en la política. “Estaba dando una conferenci­a en Italia, me habla José Agustín y me dice: 'oye, Lore, que si quieres ser diputada'. Yo me resistía porque mi papá fue subdirecto­r de Nacional Monte de Piedad, luego de Banobras.

“Al momento que entra como presidente Luis Echeverría, pues se acabó eso, y de tener un estatus económico muy alto, de repente tuvo que entrar a trabajar mi mamá de sopetón y, como ahorita le dicen, 'te vas y te vas', no hubo indemnizac­ión, nada. Así entré por el PT, porque fue el acuerdo de Alberto Anaya con Andrés Manuel (López Obrador)”.

En esa época realizó una de las cosas más difíciles en su vida:

“¿Tu esposa no puede ser mi enlace en Colima? —le preguntó Andrés Manuel (López Obrador) a José Agustín—. ¡No, no está preparada para esto, no puede, pobrecita! —le respondió—. Pregúntale —insistió el tabasqueño—. Sí, quiero hacerlo — contesté—.

“¡Es que nada más falta que me digan que no, para hacerlo como obsesión! Me fui a Colima para la constituci­ón de Morena, tenía que reunir en asamblea a 3 mil... llegaron 3 mil 11, es lo más difícil que he hecho en mi vida.

“Ahí el Presidente me dijo que me quería mucho, que le pidiera lo que quisiera, y la decisión que tomé fue regresar a la universida­d. Resolví jubilarme de la Ibero, además estoy a tres meses de jubilarme en el Seguro Social, ya soy nivel III del SNI, más lo que me pagan en la Escuela Libre de Derecho (donde es investigad­ora), gano más que cualquier secretario de Estado”.

Loretta fue la candidata a ocupar dos veces una silla en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, pero en ninguna triunfó; está dedicada a la academia, pero sin descartar su regreso a la política.

¿Has sufrido injusticia­s?

Yo creo que sí, como mucha gente.

López Obrador, ¿jefe o amigo?

Jefe, jefe, nada más jefe.

¿En política se puede tener amigos?

No, en política no existen.

¿Trabajar, necesidad o placer?

Placer, yo quiero seguir trabajando hasta que me muera.

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ESPECIAL A su primer esposo lo conoció en la licenciatu­ra, era su maestro y 10 años mayor; su padre le había prohibido verlo.
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¿Qué está leyendo? 1914: De la paz a la guerra, de Margaret MacMillan

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