Dos Bocas: decisión difícil de digerir
Puede llamarse Dos Bocas, pero la construcción de una nueva refinería puede provocarle indigestión al gobierno mexicano.
Desde un inicio, la idea de López Obrador de construir nuevas refinerías en el país parecía poco atractiva. Con una deuda superior a 100 mil millones de dólares—la más alta del mundo para una empresa petrolera— y con una producción de crudo en picada, Pemex está plaga do de problemas.Lo último que puede hacer es darse el lujo de invertir en proyectos poco rentables.
Y eso es precisamente lo que son las refinerías: negocios de bajos márgenes que para que hagan sentido hace falta tener volumen y ser un buen operador. Además, construir una refinaría es muy costoso. Puedo pensar en múltiples mejores usos de los recursos de Pemex, empezando por la exploración y extracción de crudo para aumentar la producción.
No obstante, el Presidente se ha empeñado en cumplir con su promesa de campaña de construir una refinería en Dos Bocas, Tabasco. Argumentos de que es un mal uso del escaso capital de Pemex o de que el lugar dista mucho de ser el idóneo dada su lejanía a las principales zonas de consumo han sido descartados por López Obrador. La intención inicial era licitar la obra. El gobierno invitó a cuatro empresas extranjeras con amplio conocimiento en la construcción de refinerías a participar. Pero la semana pasada López Obrador declaró desierta la licitación. La razón es que las cuatro empresas no encontraron manera de ajustarse al presupuesto de 8 mil millones de dólares y a la fecha de terminación de obra de 2022. Expertos argumentan que las expectativas en una obra de esta magnitud son que cueste 12 mil millones de dólares (50% más de lo indicado) y que tome ocho años en finalizarse (más del doble de lo programado).
Ante la negativa de las empresas extranjeras expertas de apegarse a los parámetros oficiales y a los estimados de los expertos, podríamos esperar que la respuesta de López Obrador sería replantearse la idea de construir una refinería o quizá de comprar una en Estados Unidos ahora que están muy baratas. O, en el peor de los casos, incrementar los estimados de costo y tiempo. Mas no. Porqué dejar que la realidad se interponga a un ideal. La decisión fue presidir de las empresas expertas y asignarle la tarea a Pemex, que no ha construido una refinería en 40 años y jamás una de la complejidad de Dos Bocas. Los lineamientos originales de costo y tiempo no se modifican; hay que apegarse a ellos. No quiero ser pesimista, pero la probabilidad que veo de que se cumplan es similar a que me dejen de gustar las quesadillas.
¿Cómo podemos interpretar la decisión de López Obrador de seguir adelante con Dos Bocas al mismo tiempo de cancelar el nuevo aeropuerto de Texcoco? Ambas sugieren una preferencia hacia la ideología sobre la evidencia. Ambas apuntan a una visión que mira al pasado en vez del futuro.