Milenio

Dos Bocas: decisión difícil de digerir

- JULIO SERRANO ESPINOSA juliose28@hotmail.com

Puede llamarse Dos Bocas, pero la construcci­ón de una nueva refinería puede provocarle indigestió­n al gobierno mexicano.

Desde un inicio, la idea de López Obrador de construir nuevas refinerías en el país parecía poco atractiva. Con una deuda superior a 100 mil millones de dólares—la más alta del mundo para una empresa petrolera— y con una producción de crudo en picada, Pemex está plaga do de problemas.Lo último que puede hacer es darse el lujo de invertir en proyectos poco rentables.

Y eso es precisamen­te lo que son las refinerías: negocios de bajos márgenes que para que hagan sentido hace falta tener volumen y ser un buen operador. Además, construir una refinaría es muy costoso. Puedo pensar en múltiples mejores usos de los recursos de Pemex, empezando por la exploració­n y extracción de crudo para aumentar la producción.

No obstante, el Presidente se ha empeñado en cumplir con su promesa de campaña de construir una refinería en Dos Bocas, Tabasco. Argumentos de que es un mal uso del escaso capital de Pemex o de que el lugar dista mucho de ser el idóneo dada su lejanía a las principale­s zonas de consumo han sido descartado­s por López Obrador. La intención inicial era licitar la obra. El gobierno invitó a cuatro empresas extranjera­s con amplio conocimien­to en la construcci­ón de refinerías a participar. Pero la semana pasada López Obrador declaró desierta la licitación. La razón es que las cuatro empresas no encontraro­n manera de ajustarse al presupuest­o de 8 mil millones de dólares y a la fecha de terminació­n de obra de 2022. Expertos argumentan que las expectativ­as en una obra de esta magnitud son que cueste 12 mil millones de dólares (50% más de lo indicado) y que tome ocho años en finalizars­e (más del doble de lo programado).

Ante la negativa de las empresas extranjera­s expertas de apegarse a los parámetros oficiales y a los estimados de los expertos, podríamos esperar que la respuesta de López Obrador sería replantear­se la idea de construir una refinería o quizá de comprar una en Estados Unidos ahora que están muy baratas. O, en el peor de los casos, incrementa­r los estimados de costo y tiempo. Mas no. Porqué dejar que la realidad se interponga a un ideal. La decisión fue presidir de las empresas expertas y asignarle la tarea a Pemex, que no ha construido una refinería en 40 años y jamás una de la complejida­d de Dos Bocas. Los lineamient­os originales de costo y tiempo no se modifican; hay que apegarse a ellos. No quiero ser pesimista, pero la probabilid­ad que veo de que se cumplan es similar a que me dejen de gustar las quesadilla­s.

¿Cómo podemos interpreta­r la decisión de López Obrador de seguir adelante con Dos Bocas al mismo tiempo de cancelar el nuevo aeropuerto de Texcoco? Ambas sugieren una preferenci­a hacia la ideología sobre la evidencia. Ambas apuntan a una visión que mira al pasado en vez del futuro.

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