Marcelo Ebrard y las narcoseries
Qué bueno que Marcelo Ebrard retomó el tema de las narcoseries porque quienes nos dedicamos a la crítica llevamos años advirtiéndole a las autoridades sobre el daño que estas producciones le hacen a México.
¿Y qué ha pasado? Nada. De hecho, acabo de recibir una de las respuestas más frustran tes de mi carrera al poner sobre la mesa la imperdonable transmisión del asegunda temporada de Sin miedo a la verdad, a las 21:30 en Las Estrellas.
Como usted leyó en mi columna El pozo de los deseos reprimidos del miércoles pasado, y viendo el éxito que la diputada Laura Rojas tuvo presionando a Canal Once
hasta provocar la renuncia de Hernán Gómez por atreverse a hacer La maroma estelar, la invité a tomar cartas en este asunto.
La diputada, que es presidenta de la Comisión de Radio y Televisión, me respondió muy amablemente que ella no tuvo nada qué ver en lo de Hernán y me pidió que me quejara de Sin miedo a la verdad con “el defensor de la audiencia” de Televisa.
¿Sí le queda claro el horror que hay detrás de esta respuesta?
Primero, me parece delicadísimo que a nuestras autoridades les preocupen los programas que atacan a los partidos que representan y no los que le hacen un daño a la sociedad.
Esto nos habla con una claridad alarmante que nuestros medios pueden hacer apología del n arco tráfico, del secuestro, del hackeo, del fraude, del asesinato, de la trata de personas y de mil monstruosidades más, pero que no pueden ni apoyar al Presidente ni criticar a su oposición.
Eso sí es malo. Eso sí amerita una guerra política, una avalancha de notas en medios específicos, un alud de tuits.
Segundo, si las bancadas de PAN y PRD no tuvieron que ver con la renuncia del señor Gómez a Canal Once, ¿habrá sido el espíritu santo? El problema es que mientras el espíritu santo estuvo muy tranquilo velando por la humanidad, la diputada, sus compañeros y sus aliados no pararon de reclamar, de publicar, de tuitear. ¡Qué raro!
Nadie habla de que se pase a las 22:30, en Canal 5, Pablo Escobar, el patrón del mal
Tercero, ¿sí sabrán los diputados de la Comisión de Radio y Televisión que Televisa no tiene “defensor de la audiencia”? ¿Sí sabrán que no es un medio público?
Yo esperaba que la diputada me canalizara con las instancias adecuadas. Lo pongo en el remate de mi columna.
Pero no lo hizo. Me habló de Las Estrellas como si me hubiera hablado de Tv UNAM.
El punto es que los televidentes de este país están abandonados a su suerte. Nadie que sepa y que vea la televisión los está atendiendo, protegiendo, respaldando.
Marcelo Ebrard habló desde su posición como secretario de Relaciones Exteriores, pero no puede hacer nada. No le corresponde.
Pero nadie en esta historia ha dicho nada de una sola de las escenas de Sin miedo a la verdad.
Bueno, ya, el colmo. Nadie ni siquiera habló del peligro que representa para un país como el nuestro que se esté transmitiendo a las 22:30, en Canal 5, como si nada, Pablo Escobar, el patrón del mal.
¡No lo dijeron porque no lo saben! ¡No lo dijeron porque no entienden de programación! ¡No lo dijeron porque no conocen las diferencias entre la televisión abierta, la de paga y todas las otras ventanas que integran la industria de la televisión!
Pero presionemos a Canal Once. Ellos sí hacen daño. Ellos sí están mal.