Milenio

No hay derecho

- NICOLÁS ALVARADO

La bandera del actual gobierno de México es el combate a la corrupción. Y, en efecto, el Presidente de la República señala desde su tribuna casi todos los días a funcionari­os del gobierno inmediato anterior —guardándos­e bien de mencionarl­os por nombre— como corruptos. Sin embargo, ninguno es investigad­o, con raras excepcione­s, como el ex director de Pemex en cuya defensa han sido

implicados un ex presidente de la República y un ex secretario de Estado a quienes, sin embargo, el sistema de impartició­n de justicia se niega a llamar a comparecer.

La decisión de cancelar un proyecto de construcci­ón aeroportua­ria es tomada a partir de una consulta pública que carece de validez legal. Las acciones mandatadas por una reforma constituci­onal a las leyes que rigen el sistema educativo son canceladas por un memorando emitido por el Poder Ejecutivo. Y el director del Fondo de Cultura Económica —dependenci­a de la SEP— decide de facto sobre la Dirección General de Publicacio­nes y la red de librerías Educal —dependenci­as de la Secretaría de Cultura— sin que medie reforma a estatuto jurídico alguno.

En Baja California, el Congreso local —por cierto de oposición— pacta con el gobernador electo para extender el mandato de dos años para el que fue electo a cinco, en violación no

En este gobierno, nadie es investigad­o, con raras excepcione­s

solo de la legislació­n electoral sino de la Constituci­ón.

Un grupo de activistas decide abrir cuentas de Twitter para que las mujeres víctimas de acoso sexual y violación denuncien ahí —y de manera anónima—, y no en los Ministerio­s Públicos Especializ­ados en Delitos Sexuales. Cae de todo, incluidos reproches a ex maridos gruñones y quejas por threesomes que no culminaron en ménages à trois. Los acusados ven destruida su reputación pública sin recurso a debido proceso. Uno de ellos se suicida. Escándalo mediante, el movimiento se apaga. Nadie hace justicia ni a las muy reales y numerosas mujeres víctimas ni a los hombres que hubieran podido ser injustamen­te acusados. El tren del mame parte a toda marcha hacia nu evos destinos.

Mi padre hubiera querido verme estudiar Derecho. Yo elegí Comunicaci­ón. Le fallé y —ahora lo veo— también a mí mismo. Signo de los tiempos.

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