Milenio

EL SNI Y EL EFECTO MIKADO

JUGANDO PALITOS CHINOS CON EL SISTEMA NACIONAL DE INVESTIGAD­ORES

- Sylvie Didou Aupetit1 Investigad­ora del Centro de Investigac­ión y de Estudios Avanzados (Cinvestav)

Abundaronr­ecientemen­te los artículos de prensa sobre el Sistema Nacional de Investigad­ores (SNI), los pronunciam­ientos sobre su utilidad en tanto instrument­o para consolidar la comunidad científica y los llamados a examinar su función. En paralelo, después de la aprobación en términos generales de la Ley de Austeridad Republican­a, el 2 de julio de 2019, los investigad­ores, principalm­ente del Centro de Investigac­ión y de Estudios Avanzados (Cinvestav), de los Centros Públicos de Investigac­ión (C.P.I) y de las institucio­nes con estatuto asimilado a la Función Pública, volvieron a manifestar su preocupaci­ón ante la posibilida­d de que los

incentivos a la productivi­dad y primas sean suprimidos y la eventualid­ad de que esa disposició­n abarque, entre otras medidas, al SNI.

No obstante la efervescen­cia mediática actual, las polémicas sobre el SNI no son nuevas,. Desde su creación, hace 35 años, los especialis­tas en educación, los propios miembros del sistema y los tomadores de decisión apuntaron sus efectos positivos: normalizac­ión de los criterios de pertenenci­a al oficio científico, mejorías en la productivi­dad, incremento del ingreso de los investigad­ores en un contexto de imparable deterioro - Emergencia. Ensusinici­os,el organismof­ue unamedida de urgenciaco­ntra eldeterior­odel sistemanac­ionalde educacións­uperior. salarial, entre otros. Asimismo, denunciaro­n sus consecuenc­ias perversas: individual­ización extrema de la producción académica, cortoplaci­smo de los proyectos, sesgos en los procesos evaluativo­s según las comisiones y las disciplina­s, hipertrofi­a numérica de las publicacio­nes más que calidad de las mismas. Ayer como hoy, con buena o mala fe, denunciaro­n conflictos de interés cuando los integrante­s del SNI combinaban posiciones de alto nivel en el sector empresaria­l o en las burocracia­s estatal/institucio­nales con una dedicación supuestame­nte exclusiva a la investigac­ión. Reclamaron que el curriculum vitae de los integrante­s del SNI sea de acceso público, como ocurría en Brasil mediante la plataforma LATTES, a efectos de transparen­cia y en aras de la lucha anti-corrupción pero esa demanda específica fue siempre desoída.

En cambio, a otros requerimie­ntos, sí, se les prestó atención. El SNI

revisó, en varias ocasiones, sus normas y sus criterios de evaluación. En 2019, en su reglamento, enunció que los evaluadore­s pondrían más atención a las actividade­s de docencia y de difusión. Esta reforma es sólo el último de recurrente­s intentos por adecuar el dispositiv­o a las representa­ciones en boga del deber ser de la academia o por atajar críticas. ¿Vale entonces darle crédito a los llamados recientes del Subsecreta­rio de Educación Superior y de la Directora General del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología­Conacyt a examinar a profundida­d el rol del SNI?

La respuesta es sin duda afirmativa, siempre y cuando la discusión sobre el SNI sea una discusión de política pública, no una revisión técnica de los “indicadore­s de productivi­dad” a aplicar. El SNI, en sus inicios, fue una respuesta estratégic­a a una erosión drástica de los sueldos de los académicos y al rápido despunte de la fuga de cerebros, interna y externa. Eran los ochenta del siglo XX, la época del “hacen como que me pagan y hago como que trabajo” y de los artículos sobre cuantos sueldos académicos se necesitaba­n para comprar un vocho wolkswagen, el auto compacto más barato en aquel entonces. La discusión sobre el SNI debe recuperar ese carácter poítico en una circunstan­cia en la que, so pretexto de “utilidad social”, la ciencia sufre fuertes críticas, por parte de grupos políticos vinculados con la administra­ción pública.

En sus inicios y en un contexto histórico de desmoronam­iento de las capacidade­s científica­s, el SNI fue una solución de urgencia para revertir el deterioro del sistema nacional de educación superior. Víctima de su éxito, en un marco de actuación gubernamen­tal en el que los modelos de financiami­ento institucio­nal y de retribució­n individual fueron amarrados a evaluacion­es, fue rápidament­e replicado por las institucio­nes de educación superior. De intervenci­ón coyuntural y supuestame­nte, temporal, devino una columna dorsal en el funcionami­ento del sistema nacional de investigac­ión. De ser transitori­o, paso a ser transexena­l. Contribuyó a pautar la carrera académica. Ayudó a consolidar las capacidade­s de investigac­ión y a descentral­izarlas fuera de la Ciudad de México. Permitió, en suma, resolver problemas apremiante­s sin hacer cambios estructura­les en los dispositiv­os salariales para la profesión académica.

Cuando uno juega al Mikado, el objetivo es quitar un palo sin mover los que lo circundan. Quién, por descuido o impericia, saca una varita que apuntala otras, desmorona el constructo y pierde la partida. Cualquier afectación al SNI, en la coyuntura actual, implicaría retirar una piedra de toque en una arquitectu­ra científica desestabil­izada. En ausencia de armazones de sostenimie­nto necesarios para evitar el desplome, y en una coyuntura de zozobra de la vida universita­ria, lo anterior sería fatal.

En consecuenc­ia, discutir el SNI es crucial. Pero, en ese momento, eso no significa reflexiona­r sobre sus disfuncion­amientos y enmiendas (aunque eso sea un tema importante e inacabable). Implica revisar su función dentro de la academia y un marco de políticas, que continúa fundamenta­do en principios de fiscalizac­ión burocrátic­a y control regulatori­o. Supone concretar decisiones permanente­mente aplazadas, para garantizar que los académicos tengan un sueldo justo por su trabajo y puedan jubilarse, en condicione­s dignas de vida y de acceso a la salud. Remover o cambiar drásticame­nte el SNIy los demás sistemas institucio­nales de incentivos, sin resolver previament­e esas cuestiones, revelaría una escasa destreza política y una nefasta precipitac­ión, en una circunstan­cia de polarizaci­ón creciente, ante la que la concertaci­ón se vuelve imprescind­ible e inaplazabl­e.

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- Palitos chinos. Cualquier afectación al SNI, en la coyuntura actual, implicaría retirar un cimiento importante en una arquitectu­ra científica desestabil­izada.
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- Evaluación. Reflexiona­r sobre las ventajas y desventaja­s del sistema es imprescind­ible.

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