“Gocé mucho la experiencia de aventarme en maratón frenético de La casa de papel”
Twitter: @SusanaMoscatel
Entre tantas series que ver, fui de las que tardó en dedicarle las horas que necesita La casa de papel para volverse en una historia entrañable en mi vida, pero cuando lo hice me pegó duro. No tanto por la historia del atraco en La Casa de Papel y Moneda de Madrid, sino por lo fascinante y redondo de los personajes, todos quienes tienen un perfil psicológico detalladamente desarrollado, como me confirmó el director de la serie Juan Colmenares en Colombia.
Todo el mundo ya puede ver la esperada tercera parte de la serie que ha funcionado en diversos idiomas (gran trabajo de doblaje) y que tiene a quienes se dedican a los subtítulos sufriendo por la cantidad de personajes que hay que distinguir y la velocidad en la que ellos hablan.
Pero todo ha valido la pena. A continuación les contaré algo que si no han visto las primeras temporadas y aún quieren hacerlo podría ser un spoiler, pero como dice un buen amigo respecto a The Avengers: “Si a estas alturas no la has visto no es spoiler. Es que no te importa”.
Así que nos quedamos en que al fin los atracadores (amó esa palabra) que sobrevivieron las primeras dos temporadas logran su enorme gran escape y se dispersan por el mundo con sus millones y millones de euros. Hay un par de cambios de bando y algo ocurre que hace que la banda se reconstituya. Llegan más miembros al grupo, con nombres de ciudades y aunque la primera regla antes era no tener relaciones personales, siquiera mencionar esto ya es asunto de risa.
Se ve a leguas que esta serie ya es una prioridad para Netflix, ya que tiene todos los elementos que podría desear una gran producción cinematográfica o de las que llamamos premium. Es como si los recursos que se robaron en las primeras dos partes se hayan invertido en la producción de la tercera.
Esdeesasseriesquenosabesquémáspuedenhacer perovanylohacen.Peroaunquelasescenasdeacción, los planos secuencia, la iluminación y la producción en sí tenga mucho más que aportar, lo más interesante para quien les escribe es ver cómo se desarrollan las personalidadesdecadaunodelospersonajes,quienes, nos aseguró el director, están plenamente analizados y hasta fotografiados según sus patologías. Que ya tengamos a Estocolmo como miembro de la banda es un deleite total. Es un síndrome del cual me siento medio presa también al ver la serie, porque como suele ser ya en la narrativa, los “villanos” son seres humanos con añoranzas y defectos y acabas queriéndolos. Con todo y sus crisis de identidad y megalomanía.
He gozado mucho de esta experiencia de aventarmeenmaratónfrenéticolaserieespañola.Yporloque ya vimos no les importa meterse en enredos imposibles,echarseesosdiscursosdepremio,hostigaryluego ser adorables con los rehenes y aún así ser “la resistencia” por la que todos enloquecen.
Hayquerescataraunmiembrodelabandaestavez, y como pudimos ver en Bogotá, El chavo del ocho tendríaproblemasenestosdíasaldecir,“Síganmelosbuenos”. Los “buenos”, parece, están muy ocupados.
Es de esas series que no sabes qué más pueden hacer, pero en realidad van y lo hacen