El magro crecimiento de México, preocupante
No logro comprender por qué el gobierno insiste en que la economía va bien y que no estamos en recesión; recordemos que el último trimestre de 2018 la economía creció apenas 0.03 por ciento y en el primer trimestre de este año observó una contracción de 0.2 por ciento; eso significa recesión, pero más allá de esta discusión estéril, la realidad es que la economía apenas estará creciendo. El Presidente dijo que él no quiere crecimiento, que busca desarrollo, y tiene razón, porque puede haber crecimiento sin desarrollo —lo cual no es lo deseable—, pero hay que recordar que no puede haber desarrollo sin crecimiento. Los principales indicadores a junio prenden los focos rojos; no habrá este año crecimiento industrial, la construcción está en picada, la creación de empleos formales registrados en el IMSS será menor a 500 mil anuales versus 650 mil en 2018, etc... y hay que tomar en cuenta que este escenario se da cuando la economía en Estados Unidos está razonablemente bien. Me preocupa que nuestra coyuntura se junte con una desaceleración importante de nuestro vecino, eso sería el peor escenario.
El mercado tiene la impresión de que el gobierno no está haciendo lo suficiente, y que de alguna manera está mandando las señales equivocadas; la controversia que emprendió el Sr. Bartlett en el tema de los ductos de gas con las constructoras cayó en la iniciativa privada, pero sobre todo en la comunidad de inversionistas internacionales, como un balde de agua fría. El Departamento de Estado de Estados Unidos lanzó el fin de semana un comunicado diciendo que los inversionistas se estaban alejando de México porque el gobierno mexicano no cumplía sus compromisos, y además también hubo un artículo muy crítico en el The Wall Street Journal en el mismo sentido.
¿Cómo vamos a crecer si estamos rechazando la inversión privada nacional y extranjera en los temas energéticos? ¿Cómo vamos a crecer si cancelamos la obra de infraestructura más importante del país —el aeropuerto de Texcoco— sin que exista de por medio algún argumento realmente de peso? ¿Cómo vamos a generar flujos de inversión si el gobierno se hace de la fama de que no cumple sus compromisos? Son muchas preguntas sin respuesta y lo peor es que cada vez más gente piensa que el Presidente no piensa rectificar y simple y sencillamente no va a cambiar.
No le gusta el modelo neoliberal —eso está bien claro—, pero lo que más presume de su política económica, como la estabilidad de la moneda y la inflación a la baja, son producto de las principales máximas neoliberales; finanzas públicas sanas, autonomía del banco central y tipo de cambio flotante, pero lo que más preocupa es con qué vamos a sustituir el modelo neoliberal que tanto rechaza.
El magro crecimiento solo se soluciona con más y más inversión; no hay otra receta sana para lograr el crecimiento. Aunque al gobierno no le guste, me parece que es tiempo de reconsiderar la estrategia.
Estabilidad de la moneda e inflación a la baja son producto de las principales máximas neoliberales