Milenio

Prevención y narcoserie­s

- JULIO PATÁN @juliopatan­09

Anunció el Presidente una campaña contra el consumo de drogas. Es una campaña con el sello de la casa: masiva, prolongada, volcando todos los recursos en esa dirección y con altas probabilid­ades de convertirs­e en un elefante blanco. ¿Qué sabemos? Que va a ser “insistente, como nunca”. Y que “todo” el tiempo oficial de publicidad en medios va a usarse, por un tiempo largo, en esos menesteres.

Me parece que es convenient­e hacer algunos apuntes.

El primero es que Presidenci­a, como otras veces, acierta en el diagnóstic­o general: hay un grave problema de adicciones, particular­mente entre los jóvenes. Y como casi siempre, no acierta con la cura. Surgen varias preguntas de entrada:

¿de veras, luego de sexenios priistas y panistas con campañas llenas de reconvenci­ones alivianada­s, consejos paternales e informació­n superficia­l sobre las drogas, podemos creernos que esa estrategia sirve para algo? Si no ha servido hasta ahora, ¿la respuesta está en la “insistenci­a”? Más allá de que se incluya a los medios que “están en redes sociales”, ¿ven los jóvenes la tv, escuchan la radio?

Pero no es solo el medio para transmitir el mensaje lo que parece dudoso. Hay, claramente, una confusión de categorías. El presidente asimila a rajatabla consumo con adicción, una manera simple y con tufos moralistas de entender el uso de sustancias, y sobre todo parece entender la campaña como un antídoto a las llamadas narcoserie­s, que, dice, venden el del crimen organizado como un mundo glamuroso. Lo que nos lleva a pensar que conecta, otra vez de manera demasiado simple, directa, sin matices, consumo y criminalid­ad.

Esperemos a la campaña, pues, pero queda la sensación de que el gobierno olvida hablar de despenaliz­ación, de que no tiene un estudio serio que respalde la campaña anunciada y sobre todo de qué pasa por alto que estamos también ante un problema de salud, y un problema que cuesta dinero. Lo de siempre, pues.

Pero que no hablemos de ocurrencia­s, nos dicen. Que sí hay un plan. Pues órale.

***

Queda también la sensación de que nadie en el entorno presidenci­al se toma la molestia de leer sobre drogas, esa tradición que empieza con Antonio Escohotado y Thomas Szasz. Claro que son unos liberalote­s.

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