“No actuar con firmeza ante disturbios resta autoridad al gobierno”
Nunca hay un momento perfecto para la toma de decisiones difíciles. La capacidad de las organizaciones criminales para atravesar fronteras ha creado un problema transnacional imposible de abordar con políticas nacionales. En varias regiones del país las instituciones y el monopolio de la violencia por parte de los estados se encuentra disminuido por la corrupción de funcionarios y estructuras paralelas de poder.
Si el término de Estado fallido es utilizado para describir las precarias condiciones de seguridad y las dificultades institucionales para hacer frente al problema delictivo, la impunidad es el arma de supervivencia fundamental para las redes criminales.
El discurso presidencial del protocolo de actuación contra el crimen organizado ha abierto el camino a nuevos paradigmas de inacción de las autoridades donde reina confusión entre la aplicación de la ley y la represión. La construcción de la narrativa de prudencia, tolerancia y permisividad ante hechos violentos perpetuados por delincuentes disfrazados de pueblo bueno y sabio es una ruta donde están escalando los actos de confrontación. Las imágenes de nuestros soldados y policías humillados muestran el alejamiento y la desconfianza entre gobierno y ciudadanía.
La presunta violación por parte de elementos de la policía capitalina contra
No actuar con firmeza ante disturbios resta autoridad a un gobierno
una menor de edad, hecho que no ha sido comprobado y por el cual está en curso una investigación que tiene que pasar por las descontroladas filtraciones en la procuraduría local, esboza varias vertientes pero dos deben ser analizadas con cuidado: el hartazgo de los habitantes de CdMx ante la incapacidad del gobierno de Sheinbaum en el combate a la inseguridad y el caldo de cultivo que se está gestando al tolerar comportamientos ilegales de turbas que lo mismo linchan, agreden o hacen destrozos con absoluta impunidad.
No actuar con firmeza ante disturbios, provocados o no, resta autoridad a un gobierno que no es la primera vez que luce rebasado, descoordinado y desarticulado durante y después de una crisis. Sin inteligencia estratégica y un sólido liderazgo para resolver eficazmente los problemas, la vulnerabilidad y el riesgo se vuelven exponenciales.
Para todos.