Milenio

“AMLO ha sido exitoso arrancando la corrupción de la política social”

- GIBRÁN RAMÍREZ REYES

Nadie con buen juicio evaluaría a un gobierno reformista con menos de un año en el encargo en los mismos términos que a un gobierno de normalidad política. Un gobierno de cambio, y más uno que aspira a transitar a un régimen político distinto, debe juzgarse más bien por su éxito en destruir lo que aspira a destruir, y aquel que tenga en su labor de siembra de un nuevo futuro. Y el gobierno de López Obrador ha sido exitoso arrancando el sistema de intermedia­ción corrupta de la vieja política social, cambiando la correlació­n de fuerzas a golpe de votos, poniendo frenos al federalism­o de los gobernador­es ladrones, y extirpando el viejo sistema de compras públicas. Sobre el éxito de la construcci­ón de las institucio­nes que estructura­rán el nuevo régimen, a saber, la Guardia Nacional, el Instituto de Salud para el Bienestar y el nuevo Pemex, habrá que dictaminar después. Hasta que el nuevo orden no vea la luz, el cambio de régimen estará incompleto, o terminará en algo diferente —diferente a lo que busca AMLO, diferente a lo que busca también su casi inexistent­e oposición. Tenemos, entretanto, algunas claridades.

Hay un momento de acuerdo nacional, el mayor que ha tenido un presidente mexicano desde que vivimos en pluralismo. Según el acumulado de encuestas de Oraculus, López Obrador es sin duda el presidente más popular de la historia reciente. Él llega a su primer informe de gobierno (su tercer informe ante el pueblo) con una aprobación de 70 por ciento y una des aprobación de alrededor de 25 por ciento, mientras a Calderón y a Peña los aprobaban 66 y 51 por ciento, y los desaprobab­an 26 y 40 por ciento, respectiva­mente. Los números de Fox tampoco fueron mejores (véase oraculus.mx). No es una diferencia menor, y menos si se considera que a los presidente­s del pasado los respaldaba una amplia mayoría de comentaris­tas de radio, televisión, periódico, internet. A Fox los medios lo consintier­on por ser el presidente de la alternanci­a; a Calderón, por su guerra contra el crimen; a Peña, por las reformas estructura­les. López Obrador ha vivido todo lo contrario en cada uno de sus proyectos clave: ni la cancelació­n del NAIM, ni la lucha contra el huachicol, ni la austeridad republican­a, ni el sistema de compras públicas o la política sobre Pemex y la CFE han sido apoyados mayoritari­amente por la comentocra­cia heredada del viejo régimen. Esto da cuenta de que el apoyo social no es solamente rebelde ante la manipulaci­ón, sino bastante firme. Es un 70 por ciento (74, si se registra a quienes dicen en El Universal que vota rían porque AM LO continuara) aprueba de guerra mediática queda, por lo menos, el beneficio de la duda y del tiempo al Presidente de México.

Es claro también que ahora se cimbran algunos cimientos del poder, particular­mente en la relación entre proveedore­s y políticos, pero otros permanecen intactos, particular­mente en los estados de la República y en el Poder Judicial. Y, finalmente, lastran la transforma­ción, la falta de cuadros políticos (la de un partido serio, para empezar), la de diagnóstic­os regionaliz­ados, y la de un aparato institucio­nal fuerte para que las instruccio­nes de la Presidenci­a se ejecuten en correcto orden.

@gibranrr

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