Turismo: la amenaza del Instaarmagedón
Enormes cruceros amenazan Venecia. La perpetua cubierta de nieve del Monte Everest incorpora basura permanente. No puedes acercarte lo suficiente a la “Mona Lisa” para juzgar si está sonriendo o está haciendo una mueca. Pero puedes ver algo igual de destacado en el Louvre en París: varios cientos de compañeros turistas tomando selfies, con la obra maestra de Leonardo un punto en la distancia media.
La intolerable presión sobre los lugares famosos refleja dos tendencias. La primera, las redes sociales como Instagram intensificaron el deseo de los viajeros de mostrar que visitan lugares con un estatus célebre. El edificio Empire State. La Alhambra. Angkor, lo que sea.
La segunda, la clase media mundial se expandió. Ahora incluye más de 100 millones de chinos pudientes. Tienen tanto derecho a comer helado en Florence o langosta en Maine como cualquiera. Pero su llegada significa que los destinos turísticos tienen que encontrar formas justas y flexibles para asignar el acceso o llegar a ser insoportables.
Los chinos realizarán más de 180 millones de visitas al extranjero este año. A pesar de que la economía se desacelera, los números aumentarán. Destinos lejanos como Estados Unidos, Europa y Maldivas están de moda.
Las empresas locales se benefician. Los turistas chinos gastan más en comparación con cualquier nacionalidad.