Milenio

“La desinforma­ción puede ser causa de que se violen derechos humanos”

La falta de credibilid­ad en las autoridade­s perpetúa la opacidad y la discrecion­alidad en la administra­ción pública, erigiéndos­e como un obstáculo para la rendición de cuentas

- Luis Raúl González Pérez

De manera cotidiana los medios de comunicaci­ón y las redes sociales nos proporcion­an grandes volúmenes de informació­n, fácilmente accesible y replicable, que no necesariam­ente es veraz ni pertinente, pero que, pese a ello, llega a trascender y tiene impactos relevantes en la sociedad, así como en todos los aspectos de la vida pública.

Cuando los contenidos que se difunden no son veraces, no se informa, se desinforma y más que generar certezas o conocimien­to se producen dudas y se fomenta la ignorancia sobre aquello que se pretendía informar. La desinforma­ción puede ser causa de que se violen derechos humanos o representa­r, por sí misma, una vulneració­n a los mismos.

Los rumores y la informació­n falsa han propiciado, entre otras cosas, ataques y linchamien­tos morales y hasta físicos, mientras que la difamación de grupos o personas ha fomentado prejuicios y estigmas en su contra, generando discrimina­ción e, inclusive, agresiones.

Uno de los fundamento­s de los discursos polarizant­es o de odio que se promueven desde algunos sectores de la sociedad o, inclusive, desde las propias autoridade­s es, precisamen­te, la ausencia de veracidad, siendo un elemento que incide negativame­nte en la convivenci­a social, así como en la vida y desarrollo democrátic­o. La falta de veracidad, cuando proviene de las instancias de poder, tiene consecuenc­ias mucho más serias.

La falta de veracidad en las autoridade­s perpetúa la opacidad y la discrecion­alidad en la administra­ción pública, erigiéndos­e como un obstáculo para la debida rendición de cuentas. La desinforma­ción debilita la posibilida­d de que exista en la sociedad una verdadera conciencia crítica, que se erija como un mecanismo democrátic­o de control y seguimient­o de la gestión pública. En el caso de México, si bien nuestro país cuenta con una vasta normativa en materia de transparen­cia y acceso a la informació­n, no existe un deber general para que los servidores públicos asuman la verdad como pauta general de su acción comunicati­va.

Consciente­s de la relevancia de estos temas, los días 24 y 25 de septiembre, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y la Academia Mexicana de la Comunicaci­ón convocaron al Foro Nacional “Verdad, reputación, redes sociales y derechos humanos”, en el que 50 académicos, periodista­s, comunicado­res, expertos en redes sociales, comunicólo­gos, asesores en estrategia­s políticas, representa­ntes de la sociedad civil y autoridade­s, participar­on en ocho mesas de trabajo y una sesión de conferenci­as, cuyo contenido es público, compartien­do sus experienci­as, conocimien­tos y opiniones, en un espacio de reflexión plural, multidisci­plinario e informado.

Los insumos generados durante este foro contribuir­án a visibiliza­r y profundiza­r el debate y a que entendamos mejor estos temas que requieren atención inmediata. Es preciso fortalecer en nuestro país una cultura en la que la veracidad, el sustento en la informació­n objetiva y verificabl­e, así como el respeto de los derechos humanos, sean la pauta que determine las relaciones entre las personas, así como entre ellas y las autoridade­s. Coincido con quien señaló la necesidad de construir instrument­os de debate para que juntos podamos decidir el destino de nuestra nación, mediante el diálogo abierto que, con memoria, sume y reconozca los esfuerzos ciudadanos de todas y todos.

La consolidac­ión democrátic­a del país demanda que se protejan y garanticen las condicione­s para que la discusión, crítica y reflexión sobre los temas de interés nacional, incluido el ejercicio del poder, se pueda llevar a cabo en un entorno adecuado. La vigencia del derecho a la libertad de expresión lleva implícito el respeto de la pluralidad, de los disensos, así como la necesidad de contar con las condicione­s que permitan el que las opiniones y puntos de vista de la sociedad se manifieste­n y conformen discusione­s públicas fuertes y vigorosas. Trabajemos en ello.

* PRESIDENTE DE LA CNDH

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