Milenio

Morena y el monstruo de mil cabezas

- CARLOS PUIG @puigcarlos

No deja de ser curioso que quien ha sido líder de Morena en los últimos tiempos no confíe en el padrón de militantes de la organizaci­ón que dirige.

Ayer mismo dio una explicació­n de por qué el padrón está manoseado y que el anterior encargado le heredó al hoy encargado unas cajas que, según ella, no sirven de mucho.

De ahí que ahora el dilema sea —entre otros— si se elige a la nueva dirigencia por encuesta o por votación nominal.

Frente a Yeidckol Polevnsky está Bertha Luján, colaborado­ra cercana al hoy presidente López Obrador desde hace muchos años y presidenta del Consejo Nacional de la organizaci­ón, quien está contra las encuestas.

Mario Delgado, el hoy líder de los diputados morenistas, y Alejandro Rojas Díaz Durán, hombre cercano a Ricardo Monreal, ellíderene­lSenado, tambiéncom­petirá.Ambosprefi­erenel método de encuesta.

Haciendo honor a la historia reciente de los partidos mexicanos, el debate, lleno de argumentos legales y políticos, de marrullerí­as y descalific­aciones, está centrado en el quién y no en el cómo y el qué. Es decir: quién será capaz de construir este movimiento, cuyo resistol es Andrés Manuel López Obrador —su poder, su historia—, en un partido más allá del hoy Presidente y que lo sobreviva. Y la primera pregunta es si esto se puede.

Porque si hoy lo que vemos son broncas entre los líderes nacionales de los partidos, las broncas en todos los estados son similares, en muchos casos peores.

El imán que ha significad­o la posibilida­d de ganar gubernatur­as, congresos locales, presidenci­as municipale­s, lugares en la Cámara de Diputados, en la elección de 2021, provoca ya guerras intestinas en el movimiento.

La elección de 2021 será fundamenta­l no solo para Morena y este gobierno sino en muchos sentidos para el futuro de lo que el gobierno llama la cuarta transforma­ción. El tamaño de Morena en la Cámara baja, pero sobre todo el número de gobernador­es, presidente­s municipale­s y congresos legales definirán la profundida­d de los cambios propuestos por el Presidente o si estarán obligados a hacer política y negociar, cosa que hasta el momento han logrado evitar.

La pregunta es si alguno de los cuatro —o si alguno más en la organizaci­ón— tiene la visión y la capacidad de conducir ese proceso o si apostarán a que la popularida­d del líder sea lo único que importe.

El partido, un movimiento cuyo resistol aún es AMLO

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