Escupitajo y violencia, ¿nada más?
El supuesto escupitajo de Guillermo Ochoa al Pollo Briseño y la rudísima entrada de este último que terminó mandando al Giovani dos Santos al hospital con carácter de urgente, no deberían postergar el análisis sobre el desempeño futbolístico de las Chivas la noche del pasado sábado en el Estadio Azteca.
El 4-1 con el que terminó el marcador a favor de las Águilas que dirige Miguel Herrera evidencian el pésimo planteamiento del experimentado Luis Fernando Tena, quien justo en este partido asumía el rol de entrenador tras el despido de Tomás Boy.
Cierto que se presentaron situaciones que no se contemplan en ningún ejercicio previo… pero ni el penalti, ni las expulsiones en contra pueden ser usados, en un acercamiento honesto al tema, como pretextos o justificaciones.
A las Chivas les faltó inteligencia para salir a jugarle a un rival que llegaba a este duelo casi tan presionado como ellos.
Era el momento para que Tena y sus dirigidos mandaran un mensaje contundente y serio de que pueden enderezar el rumbo desastroso en el que han transitado en las últimas semanas.
Ser goleados, perder la cabeza, protagonizar un enfrentamiento caliente cuando debieron de haber jugado con frialdad, lo que ilustra es lo complicado que será que los rojiblancos puedan caminar hacia una Liguilla que cada vez se ve más lejos.
Tras jugar 11 partidos las Chivas suman 11 puntos… Tendrían que ganar entre 14 y 15 unidades de las 21 que todavía están en juego para poder colarse al mini torneo que define al campeón.
No es imposible evidentemente, pero no se ve cómo lo puedan lograr.
Pero bueno, ahora a nadie le importa revisar el potencial de Tena como transformador de un estado futbolístico conmocionado. Siempre será más cómodo instalarse en la historia morbosa y debatir sobre saliva, escupitajo, zapatos con taquetes filosos y heridas horrorosas.
Era el momento para que Tena mandara un mensaje contundente