“En EU el presidente toma las decisiones sin cavilación alguna”
La época conocida como La ilustración, en el siglo XVIII, ha sido el cimiento de la era moderna. De ahí heredamos los preceptos que nos han gobernado como sociedad hasta el día de hoy: la ciencia, los datos, el conocimiento como fundamento para la toma de decisiones.
Sin embargo, en las últimas décadas eso ha cambiado. Como la proverbial rana en la olla, las cosas han empeorado poco a poco hasta llevarnos a este fin de década en el que, a escala mundial, ciudadanos y gobernantes participan en la destrucción de la Razón con erre mayúscula.
Sucede en todos los niveles. En el día a día vemos que el sarampión, prácticamente erradicado, ha vuelto con mayor fuerza gracias a la conspiración antivacunas. Lo vemos en los electores que no piensan en la consecuencia de sus decisiones: en Estados Unidos hay decenas de historias de votantes trumpistas cuya pareja ha sido deportada por el nuevo gobierno; en Reino Unido, los más lastimados por el brexit son quienes lo apoyaron con mayor fuerza.
Y sucede también con los gobernantes. Lejos han quedado esas épocas en las que las políticas públicas se basaban en los valores de La ilustración. En Estados Unidos el presidente toma las decisiones sin cavilación alguna. Por eso el país está en crisis perpetua. La actual — la de esta semana— transcurre en Siria.
Ya inició la obra del aeropuerto que desafía las leyes de la física
En Brasil, el presidente es asesorado por alguien que, entre muchas otras cosas, sostiene que la Tierra es plana. En Venezuela, el presidente es asesorado por un pajarito. En Ucrania y en Guatemala, los presidentes literalmente son comediantes de profesión. Y así nos podríamos seguir.
En México, ayer tuvimos el banderazo de salida a un aeropuerto que expertos afirman y reafirman desafía las leyes de la física. Es, según la autoridad en el tema, poco menos que imposible operar un aeropuerto donde hoy se empieza a construir. Pero eso no detiene, sino alienta, al gobierno actual.
En política social se han eliminado los programas que funcionaban, incluido uno que los ganadores del premio Nobel de Economía de este año celebraron como caso de éxito. Y algo deben saber ellos.
La Razón agoniza. Cuando muera quizá sea enterrada en un féretro debajo de ese lugar que hoy es conocido como Santa Lucía.