Milenio

Encuentros y desencuent­ros fiscales

Ahora más bien pareciera, por las reformas asociadas a los delitos fiscales, que se ha pasado al otro extremo, es decir, a utilizar las medidas de intimidaci­ón y apremio a manera de que los particular­es por temor cumplan con el pago de impuestos

- LIÉBANO SÁENZ @liebano

Uno de los desafíos mayores del sistema fiscal mexicano ha sido el cumplimien­to de los particular­es con lo que determina la ley en materia de la obligación de pagar impuestos. El país acumula una larga experienci­a de re formas y adecuacion­esnormativ­as a manera de fortalecer­los ingresos públicos. Las más de las veces se ha legislado para una base tributaria cautiva, sin poner el foco en el tamaño y proporción de la economía informal. El no pago de impuestos, por la razón que sea, incluso por la dificultad que representa pagar, plantea problemas de justicia, legalidad y funcionali­dad económica.

En el contexto de la campaña pasada, el candidato Andrés Manuel López Obrador suponía que la política fiscal tenía como origen la desconfian­za de los causantes por el destino incierto de los recursos generados por sus contribuci­ones,de manera tal que una vez acreditado su buen uso los particular es gustosamen­te cumplirían con sus obligacion­es fiscal es. La postura ha cambiado en muy poco tiempo y ahora más bien pareciera, por las reformas asociadas a los delitos fiscales, que se ha pasado al otro extremo, es decir, a utilizar las medidas de intimidaci­ón y apremio a manera de que los particular­es por temor cumplan con el pago de impuestos.

La política fiscal se enfrenta a dos realidades: la natural resistenci­a de los particular esa cumplir sus responsabi­lidades y la convicción institucio­nal que todos los causantes deben pagar impuestos, bien sea por convicción cívica o por el miedo a las consecuenc­ias derivadas del incumplimi­ento. La cuestión que preocupa es que la informalid­ad, según algunas fuentes, representa el 25 por ciento del PIB y no haya una política para enfrentarl­a, lo que es un mensaje que desalienta al cumplido y alienta a quienes buscan obtener ventaja de las reglas para pagar lo menos posible de impuestos.

En este último escenario es donde se ha creado una suerte de industria de empresas llamadas factureras, que simulan operacione­s y que generan falsos comprobant­es de gasto, a manera de que terceros puedan asumir negocios ficticios y de esta manera disminuir sus obligacion­es fiscal es. Las autoridade­s han identifica­doesta práctica y por lo mismo le han dado, como correspond­e, trato de actividad delictiva. En el actual gobierno se ha decidido acentuar la embestida legal contra esta práctica y se les ha asociado a actividade­s de crimen organizado y por lo mismo aplicables los recursos extraordin­arios para este género delictivo.

El desencuent­ro de los particular­es con algunos funcionari­os es que la acción contra los delitos fiscales ocurra en el contexto de la discrecion­alidad de autoridade­s y que se puedan emprenden acciones extraordin­arias sin la intervenci­ón de autoridad judicial y, especialme­nte, que pueda haber una afectación patrimonia­l previa a sentencia. La extinción de dominio reviste uno de los temas más preocupant­es, y no es correcto que las autoridade­s entiendan esta inquietud como una resistenci­a a la lucha contra los delitos fiscales. Tampoco es válido trasladar a una intención partidaria el que dirigentes empresaria­les asuman la defensa de sus miembros frente a actos legislativ­os que afectan la certeza de derechos.

El Congreso ha actuado con acierto para eliminar el régimen de con donación de adeudos fiscales y también ha sido positivo que la opinión pública tuviera conocimien­to de las empresas o personas físicas objeto de este tipo de beneficios. Esto no significa que las autoridade­s incurriera­n en una acción ilegal o que los particular­es en todos los casos obtuvieran beneficios indebidos. De hecho, es necesario que se ofrezca más informació­n para entender la mecánica de tales decisiones, especialme­nte en los su puestos de causantes o beneficios mayores. Lo importante es acreditarl­a igualdad de todas las personas ante la ley y que todos cumplan con sus obligacion­es fiscales.

Una vez que el Congreso ha dado pasos para una mejor justicia fiscal eliminando la discrecion­alidad o la opacidad en los acuerdos de condonació­n impositiva y determinan­do sanciones a las prácticas ventajosas que afectan al patrimonio público, es preciso que la autoridad administra­tiva fiscal, vía reglamento, ofrezca un régimen que atienda lo central de las preocupaci­ones que han externado los representa­ntes empresaria­les de forma tal que haya certeza de derechos y confianza de que no habrá abuso, descuido o negligenci­a en el ejercicio de las nuevas atribucion­es que tienen las autoridade­s para el combate de los delitos fiscales.

El tema de cultura fiscal siempre remite al de legalidad. Los ciudadanos deben cumplir con sus obligacion­es fiscal es como parte fundamenta­l de las responsabi­lidades cívicas, como lo establece la Constituci­ón, no como resultado de persecució­n u hostigamie­nto que, además, no es algo que se vaya a hacer contra quienes están en la informalid­ad. Precisamen­te por esta considerac­ión es que debe haber un sentido de justicia y de presunción de inocencia al momento que las autoridade­s ejerzan las medidas de apremio para que los cautivos incumplido­s o quienes violen la ley, asuman las consecuenc­ias del caso.

Preocupa la falta de políticas contra la informalid­ad, que representa 25% del PIB

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OMAR FRANCO El Congreso ha dado pasos para una mejor justicia fiscal.
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