Milenio

Concesiona­rá la 4T dos puentes internacio­nales de Tamaulipas

- LORENA LÓPEZ,

Hacienda y Banobras lanzan licitación, que incluye cuatro autopistas; el peaje de esas instalacio­nes es de mil 900 mdp.

En el imaginario colectivo Culiacán está asociada al narco, a la banda, a mujeres bellas, a las trokas y los personajes de novela, sean de Élmer Mendoza o Arturo Pérez-Reverte, pero su atractivo va más allá de los estereotip­os y asoma en cada esquina.

Porque esa ciudad fundada hace 488 años es mucho más que El Chapo, sus hijos, El Mayo Zambada, Jesús Malverde o el cementerio de Jardines del Humaya.

Culiacán es atestiguar el atardecer en tonos malva y rosa desde la isla de Orabá, en el corazón de la ciudad, porque sus ríos la parten en dos y por eso es quizá la más europea de nuestras urbes.

Son los Tomateros y su estadio de beisbol, el mejor de México hasta ahora. Son sus parques urbanos, lo mismo el Constituci­ón que las 18 hectáreas del parque Culiacán 87, con su velódromo y su ágora griega, o Las Riberas, donde al caer el sol acuden los enamorados.

Culiacán es su Jardín Botánico, desde cuya zona de suculentas y el área del desierto puede experiment­arse una tranquilid­ad inigualabl­e o, paradoja, también disfrutar de un concierto a la luz de la luna.

Culiacán es su orgullosa Universida­d, su profesiona­l Implan, la beligeranc­ia de sus activistas. Suena a sus académicos, a Iliana Padilla Reyes, a Juan Carlos Rojo, a Natalia Correa, a Juan Carlos Ayala Barrón, a Luis Carlos Lara, al movimiento ciclista que en los mejores años de Cyclos llegó a tener paseos con miles de asistentes.

Culiacán son los serranos que bajan de Badiraguat­o al mercadillo Rafael Buelna a vender sus coyotas y su pan de mujer, a comer pozole y a comprar sombreros y huaraches.

Culiacán es adquirir el semanario Río Doce y leerlo mientras se toma una cerveza —o quizá mejor un whisky— en el bar El Guayabo; es pedir un pollo frito y preguntar por la mesa en que Javier Valdez escribía cada viernes su columna Malayerba.

Culiacán son sus aguerridos y curiosos periodista­s, no importa si vienen de El Debate, del Noroeste, de Espejo

También son los serranos que bajan de Badiraguat­o al mercadillo Rafael Buelna a vender

azul, de Línea directa o si trabajan en Mapasín o en Tus Buenas Noticias.

Es la ciudad que recibió a Enrique Peñalosa, ex alcalde de Bogotá, y cuya influencia se nota en las obras que en el primer cuadro mejoraron aceras, mercado y calles para peatones, sombreadas por las preciosas amapas, ese árbol tropical cuyas flores lilas adornan el costado sur de la catedral.

Es tomar la Obregón y seguirla a través del deteriorad­o centro histórico hasta la iglesia de la Lomita y su mirador, custodiado por un enorme campanario.

Es la ciudad donde Estrada Ferreiro se atreve a construir pasos seguros a pesar del enojo de los automovili­stas acostumbra­dos a pisar el acelerador en el malecón viejo.

Es la ciudad donde se puede caminar por el Paseo del Ángel hasta el Presidio para pedir una machaca de marlín, mantarraya o un aguachile, lo mismo que tomar un sake en la única destilería de su tipo en México.

Es la ciudad de la resilienci­a, la que defiende su orgullo, lo chilo, la que acoge con calidez al visitante, donde todo está cerca y la sociedad se propone metas sin esperar que las institucio­nes resuelvan.

Es la ciudad de los ríos, la que espera la llegada de un poeta que le cante al Tamazula y el Humaya como lo hizo Pellicer con el Usumacinta.

Es la entrañable Culiacán.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico