Milenio

Presas y represas

- HÉCTOR RIVERA

Fue como una puñalada muy cerca del corazón. Los pobladores de la región habían construido ahí sus casas, cultivaban sus tierras por generacion­es, alimentaba­n a sus animales con sus pastos y veneraban con ánimo religioso los latidos de una naturaleza espléndida, generosa. El paisaje que miraban todo el día los acercaba a las puertas del paraíso. Hasta que un día comenzaron a ser notificado­s. El sueño había terminado. Tenían que irse con sus cosas, sus animales, su pasado. El gobierno le había echado el ojo a esas tierras pródigas. Casi dos millones de personas tuvieron que buscar un nuevo destino. Hombres, mujeres, niños, ancianos rascando en la miseria.

No se trataba de un robo de tierras, ni de un proyecto descomunal de urbanizaci­ón, ni de un negocio para unos cuantos. Controvert­ido, absurdo para muchos, el proyecto que habría de nacer ahí tenía un nombre más que significat­ivo: Tres Gargantas. Una aventura descomunal, posible solamente en China. Para 1993 todo estaba listo para iniciar la construcci­ón de la hidroeléct­rica más grande del mundo: 17 años de obras incesantes para erigir una presa inmensa, de 200 kilómetros de longitud y 200 metros de altura. Cuando las aguas comenzaron a llenar aquel cuenco impensable, quedaron abajo 12 ciudades, centenares de pueblos, más de 34 millones de metros cuadrados de viviendas, unas 25 mil hectáreas de cultivos, alrededor de mil 600 fábricas, 16 tesoros arqueológi­cos, más de mil vestigios históricos y 825 kilómetros de carreteras. A cambio de un sacrificio de tan grandes proporcion­es millones de chinos tendrán electricid­ad y agua garantizad­os, mayor seguridad en la navegación y creciente progreso económico. Pero vendrán también profundas transforma­ciones para la región, cambiarán el paisaje, las costumbres, la vida entera de millones de personas, como si un cuchillo hubiera lastimado su corazón.

Hay quien dice con mucho apego a la verdad que grandes guerras están por venir en el mundo entero por el control del agua. La ciencia ficción literaria describe a menudo a millones de sedientos individuos peleando a muerte por gotas de agua. Puede ser. China, con su galopante demografía, tiene ya casi resuelto un problema que pronto será asunto de agobio mundial. Otras naciones recorren caminos similares.

La Gran Re presa del Renacimien­to que se está construyen­do ahora en Etiopía trae de cabeza desde hace rato a Egipto y Sudán. Ninguna nación llega a un acuerdo sobre los beneficios que dejará una obra monumental en el Nilo. La sangre llegará tarde o temprano al río.

Con una demografía muy dinámica, Etiopía busca garantizar el abasto de agua a futuro y, sobre todo, el suministro de energía eléctrica. Su proyecto habrá de convertirs­e en la más grande estación hidroeléct­rica de África. Solo que podría dejar con el puro goteo a sus vecinos. Y la historia apenas está comenzando.

El proyecto que habría de nacer ahí tenía un nombre más que significat­ivo: Tres Gargantas

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