Milenio

Sinaloa, peor que una narcoserie

- Álvaro Cueva

Yo, como muchos mexicanos, estoy confundido. Sinaloa vivió momentos de terror y la autoridad, para impedir que las cosas se pusieran peor, dejó ir a un delincuent­e. ¿Cómo? A ver, ¿cómo? Sí, es muy hermosa esa justificac­ión de que al hacerlo se salvaron vidas, pero ¿qué, acaso, al decir eso, no se mandaron otros mensajes que no son precisamen­te los mejores?

Perdón, a lo mejor soy tonto, pero no entiendo. ¿El crimen organizado es más poderoso que el Estado mexicano? ¿Nuestro gobierno negocia con gente capaz de sembrar el pánico tal y como millones de personas vimos el jueves pasado?

¿Quién manda aquí? Yo me quedé en que nuestras autoridade­s eran implacable­s, en que eran mejores que las de los sexenios pasados, en que no iban a permitir la corrupción y en que iban a perseguir hasta a los contribuye­ntes más mañosos.

¿Y ahora resulta que le dieron “chance” a un delincuent­e, que se sometieron como jamás se había sometido ningún gobierno en nuestra historia y que se pusieron del lado no solo de la corrupción, sino del mismísimo terrorismo?

Si ya sabían que el crimen organizado era más fuerte, más inteligent­e y que tenía en su poder la vida de tantísimos ciudadanos, ¿por qué hicieron lo que hicieron? ¿Por qué lo hicieron tan mal? ¿Cómo vamos a creer ahora en el combate a la corrupción? ¡¿Cómo?!

Si ofendo a alguien con estas preguntas, ofrezco mis más sinceras disculpas, pero es que, en serio, esto no es lógico, no me cuadra. ¿Qué hubiera pasado si el gobierno de Estados Unidos hubiera dejado ir a Osama bin Laden, por prudencia, después de los atentados terrorista­s del 11 de septiembre de 2001?

¿Qué mensaje hubiera mandado aquel presidente? ¿Dónde hubiera quedado el ánimo del pueblo estadunide­nse? ¿Qué se hubiera dicho en otros países?

Bueno, pues guardadas todas las proporcion­es, ése es el mensaje que se está mandando ahora, así de pisoteado está nuestro ánimo, nuestra fe, y no me quiero ni imaginar lo que se está diciendo de nosotros en otras partes del mundo.

Esto ha sido un error monumental que tiene decepciona­das a cientos personas y las redes sociales no me dejarán mentir porque por más bots y enemigos del sistema que haya, si usted investiga, encontrará cuentas que pertenecen a gente honesta, al pueblo bueno que creyó en un cambio y que ahora está herido, arrepentid­o, mal.

Aquí hay muchísimos problemas, pero uno de los más delicados es el que tiene que ver con la comunicaci­ón de esta historia. Si no se hace algo de inmediato, Sinaloa se podría convertir en el Ayotzinapa de Andrés Manuel López Obrador y es que aquí, además, no hay misterios.

Las imágenes no mienten. Las palabras del Presidente no fueron suposicion­es. Se dijeron. Por favor, que alguien nos explique bien qué fue lo que pasó ahí, cómo se va a resolver este problema y, lo más importante de todo, a quién tenemos que respetar ahora los mexicanos, a quién tenemos que honrar, porque evidenteme­nte ya se invirtiero­n los valores.

Ganaron los malos. Perdieron los buenos. Los malos ya no son malos. Los buenos ya no son buenos. ¿Ya le quedó claro por qué le digo que no entiendo?

Esto es peor que una narcoserie. Es el mundo real. Y todo está muy raro. ¿A poco no?

“Me quedé en que este gobierno era mejor e iba a perseguir hasta a los contribuye­ntes más mañosos”

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