Milenio

Juntos por la paz

- MIGUEL BARBOSA @MBarbosaMX

El combate a las adicciones constituye un componente fundamenta­l para la reconstruc­ción del tejido social y, por ende, a la seguridad ciudadana. El martes 29 de octubre, el gobierno de México presentó los avances de la estrategia nacional contra las adicciones, la cual se articula en torno al programa Juntos por la Paz. Resulta acertado que el gobierno de México esté decidido a utilizar todos los recursos del Estado para combatir las adicciones. Lo que el gobierno de México propone a la sociedad es una estrategia integral que atienda el problema de las adicciones desde la perspectiv­a de la oferta y la demanda.

Está claro que deben fortalecer­se los protocolos y acciones para combatir la oferta, el trasiego, la producción y la venta de sustancias adictivas. También está claro que esta parte de la estrategia tiene su propia lógica en los ámbitos de la seguridad y la inteligenc­ia financiera. En lo que correspond­e a la demanda, resulta fundamenta­l considerar al bienestar como el mecanismo más efectivo de prevención contra las adicciones. Está comprobado que donde hay desigualda­d social y marginació­n, se cultiva la violencia, la desintegra­ción de los núcleos familiares y comunitari­os.

La estrategia de prevención de adicciones se plantea desde una perspectiv­a amplia. Los programas de bienestar que el gobierno de México ha impulsado en materia de trabajo, como Jóvenes Construyen­do el Futuro, educación, cultura, infraestru­ctura y promoción al desarrollo comunitari­o, son un componente extraordin­ariamente importante en el mejoramien­to de las condicione­s de vida de la sociedad. A dichos programas tiene que agregarse la recuperaci­ón de espacios públicos. Por primera ocasión en más de tres décadas, desde el poder público se han dado pasos firmes en el combate a la desigualda­d y dejar de criminaliz­ar a la juventud o discrimina­r a los jóvenes con etiquetas como la de ninis.

Es un hecho que el consumo de sustancias psicoactiv­as ha crecido y aumentado más rápidament­e en las mujeres, afectando de forma prioritari­a a la juventud y la niñez. La estrategia nacional de prevención de adicciones hace énfasis en niños, niñas y jóvenes, con un enfoque de género. Se basa en acercar los servicios del Estado en los sitios donde viven las personas, por medio de cuatro ejes: educación, bienestar, cultura y comunicaci­ón.

De esta manera, los jóvenes tendrán opciones de trabajo, de deporte y de fortalecim­iento de la autoestima, para que sean felices sin necesidad de recurrir a las drogas. No solo se trata de números y políticas públicas diseñadas desde oficinas burocrátic­as, sino también de solidarida­d y humanismo. Se trata de confianza. Como lo dijo el Presidente: nunca más se les dará la espalda. Deben tener la seguridad de que no están solos y con esto evitar que tomen el camino de las conductas antisocial­es para que no apuesten por una felicidad efímera.

Tenemos la firme convicción de que puede hacerse un tipo de política diferente, donde prevalezca­n los principios y la búsqueda del bien común. Nuestro propósito es hacer la buena política que haga posible la buena ley y políticas públicas que beneficien a la población.

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