Milenio

Nunca dejaron de pelear

Los flamantes campeones de las Grandes Ligas no fueron los favoritos, pero se sobrepusie­ron a ello mostrando una y otra vez mucho más carácter, garra y deseos de ganar que todos sus contrincan­tes

- RODRIGO ROCHA

Los Nacionales de Washington nunca dejaron de luchar y por ello son los flamantes campeones de las Grandes Ligas. Si bien es cierto que nadie esperaba que se coronaran, lo hicieron con justicia, sobreponié­ndose a una buena cantidad de dificultad­es que los condenaban, incluso, desde antes del inicio de la temporada.

A inicios de marzo recibieron un golpe bajo de quien por años fuera uno de sus mejores peloteros, cuando Bryce Harper rechazó su oferta de 300 millones de dólares por considerar que Washington le ofrecía menos oportunida­des que Filadelfia para ganar un título.

Los Nacionales tuvieron que ajustarse, pero decidieron que tenían equipo para pelear, sobre todo si comenzaban a desarrolla­r a sus jóvenes y prometedor­es prospectos Víctor Robles y Juan Soto.

Arranque complicado

La temporada comenzó entonces sin altas expectativ­as, con un mánager debutante y un grupo de buenos peloteros que se sabía que podría pelear, pero nadie confiaba en ello.

Dos derrotas para abrir calendario y números negativos en los primeros tres meses de la temporada lo confirmaro­n.

El 23 de mayo los Mets los barrieron en una serie de cuatro partidos y los focos rojos se encendiero­n en Washington, que hilaba su quinta derrota en fila y a pesar de tener abridores de la calidad de Max Scherzer y Stephen Strasburg (quienes fueron captados gritándose uno al otro molestos), tenía marca de 19-31 y estaba en el cuarto sitio de la División Este, a 10 juegos del primer lugar.

La cabeza de Dave Martínez, el mánager de 55 años de edad de origen puertorriq­ueño, pendía de un hilo, pero Mike Rizzo, el gerente general, puso calma, confirmó su apoyo total a Martínez y las cosas se mantuviero­n como estaban... excepto por los resultados, que poco a poco comenzaron a cambiar.

Listos, ¡fuego!

Una marca de 28-9 a partir del 24 de mayo y hasta el corte por el Juegode las Estrellas puso en números negros el récord de los Nacionales, pero ese 47-42 no espantaba a nadie. Sin embargo, en la parte final de julio y los meses de agosto y septiembre se mantuvo la magia.

El impresiona­nte 46-27 que consiguier­on en la segunda mitad de la temporada no solo los convirtió en la mejor novena de las Mayores en este periodo, sino que les ganó un lugar en la postempora­da, a la que si bien llegaron como el equipo más encendido, también lo hicieron como el menos favorecido, pues si querían ganar, tendrían que hacerlo

Los Nacionales tuvieron que ajustarse, pero tenían equipo para pelear

“Estos jóvenes son resistente­s e implacable­s, lucharon a lo largo de todo el año y por eso ganamos”

Dave Martínez Mánager de los Nacionales

“Esa fue nuestra motivación (seguir peleando). Recibimos golpes, pero nunca nos dimos por vencidos”

Max Scherzer Pitcher de los Nacionales

“Esta (la del Juego 7) fue la cosa más nacional del 2019. Otro juego de eliminació­n y otro increíble regreso”

Sean Doolittle Pitcher de los Nacionales

“No lo puedo creer, celebrar mi cumpleaños hace unos días y ganar la Serie Mundial hace todo perfecto”

Juan Soto Jardinero de los Nacionales

desde el Juego de Comodín y sin ventaja de localía.

Milwaukee fue su primera prueba y la superaron espectacul­armente. La siguiente fueron los Dodgers, y aunque la lógica decía que su temporada estaba por terminar, se las arreglaron para sorprender al mundo del beisbol y seguir adelante. En la Serie de Campeonato, los Cardenales salieron como favoritos para el primer juego, pero los Nacionales mostraron un rostro que nunca antes habían enseñado y avanzaron con una barrida que les dio una semana de descanso antes de su debut en Serie Mundial.

Y siguieron peleando

Como había sido desde la temporada y en rondas anteriores, los favoritos eran los rivales de los Nacionales. Pero Washington volvió a dejarlo claro: no se iba a rendir ni siquiera ante el lineup más poderoso y tres de los mejores serpentine­ros del beisbol.

Tres derrotas en casa cuando necesitaba­n dos triunfos para coronarse volvieron a demostrar que no eran dignos de confianza, así que con la soga al cuello y todo en contra volvían a Houston, pero obligados a vencer a Justin Verlander en el Juego 6 y tentativam­ente a Zack Greinke en el 7; nadie apostaba por ellos.

Pero a Verlander lo derrotaron y forzaron a que todo se definiera en un partido.

Los Nacional estuvieron dos corredores en base de la primera ala sexta entradas, luego, de la séptima a la novena tuvieron 11. De hecho, de la primera ala sexta batearon de 17-1 (.059), pero de la séptima a la novena mejoraron a 8 de 17 (.471).

Si se habían levantado de comenzar la temporada con récord de 19-31, de desventaja­s de dos carreras a cuatro outs de perder el Juego de Comodines y a seis de perder la ronda divisional, ¿por qué no habrían de venir de atrás estando dos carreras abajo con ocho outs de vida en el Juego 7 para culminar un regreso tras ir perdiendo 3-2 la Serie Mundial y requerir dos victorias en patio ajeno? ‘Sigue peleando’ (Keep

fighting) fue el lema de los Nats. Y siempre lo tuvieron presente.

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