Milenio

Caleverita­s a Trump, Maduro y Bolsonaro

Este Día de Muertos la Catrina se acordó de personajes como Trump, Maduro, Bolsonaro, Netayanhu, Evo y, por supuesto, de AMLO, quien ajeno al espanto, gritó: “Yo tengo otros datos”

- Xavier Velasco

Donald Trump

Ay, huesuda, no te asombres cuando escuches que Don Trump se ahorcó por meter la pata encima de su corbata, o que le dio un levantón un puñado de bad hombres.

Ya sabes, señora fría, cómo operan las fake news… Basta con que un argüendero se vista de reportero para salpicar de pus la reputación más pía.

Él, que tuvo todo el power de Mar-a-Lago hasta Ucrania, apareció un día tieso como de su esposa un beso, pues, tal cual supo Melania, se ahogó en una golden shower.

Nicolás Maduro

La muerte de Nicolás era secreto de Estado hasta para los forenses, cuyas maromas circenses no arrojaban resultado verosímil ni veraz.

“¿Qué pudo matarlo, chico?”, lamentábas­e Raúl en un cuartel de La Habana. “No me mires así, pana”, soltó Diosdado, muy cool, “que yo no le di el perico”.

¿Sobredosis? ¡Puro mito! El motivo es más oscuro aunque menos truculento: Lo ha matado el desaliento desde que al pobre Maduro se le murió el pajarito.

Jair Bolsonaro

Cuando dejó el hospital el impetuoso Jair con la panza agujerada por la fiera cuchillada que un fulano le dejó ir se hizo fama de inmortal.

“Esto no se queda así”, confesó, ya presidente, Bolsonaro al señor cura, “Soy hombre de línea dura, y ningún puñal caliente podrá burlarse de mí”.

“¡Qué cuento tan infundado te has sacado de la manga”, rumió la Catrina al verlo cuando vino a recogerlo y se lo topó de tanga, otra vez apuñalado.

AMLO

Entre tantos candidatos a poblar el camposanto, resolvió elegir la parca al capitán de esta barca, mas él, ajeno al espanto, gritó: “Yo tengo otros datos”.

De corrupta, fraudulent­a, solovina y camajana no bajó el Peje a la muerte, pues ni siquiera la suerte de verse yerto en su cama quiso ya tomar en cuenta.

“No cabe negociació­n, así es la ley de este mundo”, clamó la de la guadaña. “¡Esa ley es pura maña!”, insiste aún hoy el difunto y exige resurrecci­ón.

Benjamín Netanyahu

De la nada sobrevino la muerte de Benjamín, cuando salió a hacer un tour a pesar del Yom Kippur. “No tardo”, dijo el muy ruin, “voy a echarme un palestino”.

No fue cosa de Hamás, tampoco de Hezbolá. Los jerosolimi­tanos no metieron ni las manos. ¿Y cómo culpar a Alá, si a Tel Aviv no va más?

El verdadero estropicio que a Netanyahu mató fue que al salir de su casa rumbo a la franja de Gaza el muy torpe tropezó con otro de sus prejuicios.

Evo Morales

Nadie sabe la razón por la que el viejo ocupante del trono bolivarian­o (quise decir boliviano) salió con pies por delante de su octava reelección.

Marchaba ya viento en popa la máquina electoral, pues a la hora del recuento trascendió que un mil por ciento del gran padrón nacional votó por la misma sopa.

Al fin ante el Padre Eterno, difunto como el que más, alegó Evo, encabritad­o, “esto es un golpe de Estado”, y así voló de La Paz sin escalas al infierno.

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ESCRIBEN HOY
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CAROLYN KASTER/AP Según fake news, Donald se ahorcó o lo mataron bad hombres.
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