Milenio

La red social del asesino

- JOSÉ LUIS DURÁN KING operamundi@gmail.com @compalobo

U n agente policíaco de Estados Unidos declaraba que, a diferencia de antaño, los asesinos seriales de nuestra época solo necesitan contactar vía teléfono celular a su próximavíc­tima, citar se con ella( en un motel, por ejemplo ), y cuando el predador llegue a la reunión concertada, ahí estará el objetivo, aceptando de forma tácita lo que su contratant­e le hará.

La tecnología ha sido una herramient­a de gran ayuda para el homicida reiterativ­o. Un teléfono móvil, por ejemplo, se usa no solo para llamar a otra persona. También sirve para grabar, para encontrar un domiciliod­eterminado, para actualizar el perfil en su red social favorita e, incluso, como elemento mercadotéc­nico.

De las cartas firmadas con “Un sinceramen­te suyo…” de Jack el Destripado­r al Whatsapp que un predador urbano utiliza para guiar a la policía a la ubicación de un cadáver o para enviar las fotografía­s más recientes de sus hazañas anatómicas, hay una gran distancia tecnológic­a re corrida, aunque el objetivo siga siendo el mismo: la promoción personal del asesino.

En 2017, en Japón, una gran urbe tecnovangu­ardista del mundo, Takahiro Shiraishi, de 27 años, llamó la atención de las autoridade­s y medios de Z ama, una ciudad ubicada en la prefectura de Kanagawa, cuando, a través de mensajes vía Twitter, se ofrecía a asistir a las personas que deseaban suicidarse.

Si la asistencia a los suicidas siempre ha representa do un dolor de cabeza para las autoridade­s, la situación se complicó luego de que la policía contó con indicios de que Sh ira ishi en realidad embriagaba o narcotizab­a alas víctimas para después estrangula­rlashasta la muerte. El rango de edad de las mujeres fue de 15 a 26 años.

La policía de Zama especula que Shiraishi, antes de descuartiz­ar a ocho mujeres, violó a algunas de ellas después de muertas. Los restos fueron arrojados a contenedor­es de basura. De acuerdo con los agentes, Ta k ah ir oSh ira ishi usó algunas delas técnicas empleadas en el campo de la asesoría psicológic­a para ganarse la confianza de las víctimas a las que después asesinó.

Aunque la policía de Zama se adjudicó los honores en la investigac­ión que derivó en la detención de Shiraishi, lo cierto es que fue la perseveran­cia de un familiar de una de las víctimas la que abrió el camino para la resolución de los asesinatos. A través de una cita falsa, el familiar acudió al departamen­to del sospechoso, pero no fue solo, llegó acompañado de varios agentes, quienes descubrier­on restos de varios cadáveres.

De acuerdo con los datos proporcion­a dos por la policía ja pones a,Tak ah ir oSh ira ishi llegó aZ ama procedente­del a ciudad Ka buk icho, la zona roja más grande de Tokio, donde trabajaba como Kaori Scouto, un explorador de prostíbulo­s en busca de mujeres para trabajar en la industria del sexo.

Desde el momento en que fue detenido, Shiraishi aceptó la culpabilid­ad de los homicidios que se le imputaron. Dijo sentir pena por algunas de sus víctimas, que a fin de cuentas no querían morir. “Solo buscaban a alguien que las escuchara”, señaló.

Explicó que el motor de sus homicidios siempre fue el sexo. La vulnerabil­idad de sus víctimas, alas que narcotizab­a, le permitía cumplir todas sus fantasías.

La tecnología, una herramient­a de gran ayuda para el homicida

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