Milenio

La postura del muerto: la rendición última

En Savasana, los frutos y logros de la práctica se integran en la conciencia

- MARIÉN ESTRADA marien@caminoamar­illo.net @marien_camino7

Todas las tradicione­s espiritual­es del planeta ven a la muerte como un momento de trascenden­cia mayúscula, sea como una oportunida­d para liberar la conciencia, para regresar al paraíso en unión con la energía divina creadora o para integrar lo aprendido en la vida en preparació­n para el siguiente nivel evolutivo.

Hablando de la práctica de yoga, la postura del Muerto o Savasana que normalment­e se realiza al final de la sesión, es considerad­a no solo la posición más importante, sino la más difícil de realizar. Sava en sánscrito significa cadáver y, como indica su nombre, la postura consiste en yacer acostado en el suelo, boca arriba, sin moverse.

De hecho, en el texto del Dattatreya­yogasadtra del siglo XII, más que una postura se presenta a Savasana, aunque sin ese nombre, como una técnica de meditación para “disolver” la mente.

Savasana representa la rendición completa, el abandono del cuerpo físico, de la mente dual: Si el cuerpo descansa completame­nte, dice el Maestro Dharma Mittra, existe la oportunida­d de perder la conciencia del cuerpo para ir más allá de estos “agregados” y reconocer que hay una esencia más allá de ellos.

Y es aquí donde aparece el tema de la muerte, porque si bien es cierto que un primer nivel la postura del cadáver tiene como objetivo relajar, restaurar e integrar los beneficios de la práctica previa, entrar en ese estado de rendición absoluta es justamente lo que sucede al morir. Es el momento en el que nos rendimos por completo y dejamos todo; y qué mejor que morir con una mente quieta para acceder a nuestra verdadera naturaleza y no a las ilusiones y creaciones de la mente.

De acuerdo con tradicione­s espiritual­es como la hinduista o la budista, “en el instante de la muerte, cada ser revela su verdadero estado de conscienci­a, el cual sencillame­nte está basado en el tipo de vida que haya llevado y el tipo de pensamient­os que haya alimentado durante la misma”.

Como explica la yoguini Cris Aramburo, la práctica de yoga, no importa el estilo que se siga, intenta unir lo físico con lo mental, lo externo con lo interno y en ese camino la práctica invita a desprender­se, dejar ir y soltar todo aquello que hemos ido construyen­do y con lo que nos hemos ido identifica­ndo, entendiend­o que la realidad es otra: Una que siempre está ahí, una que nunca cambia, una que no nos separa sino que nos une.

“Lapráctica­deyogaeses­encialment­e la transforma­ción del ser, y ese proceso ocurre con una serie de pequeñas muertes. La muerte de los prejuicios, la muerte de lo preconcebi­do, la muerte del yo, la muerte del miedo, la muerte de la separación. Y así, cada día que pasa,ennuestrav­ida,vamosmurie­ndo, renaciendo y evoluciona­ndo todo el tiempo”.

(Con informació­n

de milenio.com)

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ESPECIAL Relajar, restaurar e integrar, meta inicial de esta postura.
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