Milenio

La época de oro de Gregorio Walerstein

- ANDREA SERDIO

La biografía Gregorio Walerstein. Hombre de cine (FCE), escrita por su hija, la historiado­ra Eugenia Meyer, cuenta las peripecias profesiona­les de quien desde niño descubrió su pasión por la farándula, primero en el teatro y luego en el séptimo arte.

Gregorio Walerstein nació el 22 de febrero de 1913 en la Ciudad de México, el mismo día que el país se estremeció con los asesinatos de Francisco I. Madero y José María Pino Suárez. Sus padres, judíos de origen polaco, habían llegado a México en busca de una vida mejor para sus hijos y se encontraro­n un país en llamas.

Walerstein estudió Contaduría en la Universida­d Nacional de México, por cuya autonomía luchó en el movimiento estudianti­l de 1929. En 1941 incursionó en la producción cinematogr­áfica junto con Simón Wishnack. Su primera película fue Lo que el viento trajo, una comedia simplona dirigida por José Benavides Jr. y protagoniz­ada por Jesús Martínez “Palillo”, que fue un rotundo fracaso de crítica y taquilla.

El libro de Eugenia Meyer no solo recorre la carrera de Walerstein, también recrea y habla de la época que le tocó vivir, de la bohemia del barrio universita­rio cuando era estudiante, de su matrimonio con Josefina Derechin Syrulik, del nacimiento de sus hijos Frida, Eugenia y Mauricio, del ímpetu y la pasión con la que se fue erigiendo indiscutib­le Zar del cine mexicano en un tiempo de bonanza para esa industria en nuestro país.

Después del desastre de su primera película, Walerstein y su socio tuvieron otras dos experienci­as poco gratas antes de encontrar la clave del éxito con la versión cinematogr­áfica de la novela de Alejandro Dumas El conde de Montecrist­o, llevando en los papeles estelares a Arturo de Córdova y a la hermosa y simpática puertorriq­ueña Mapy Cortés.

En su larga travesía por el cine mexicano, Walerstein contó con colaborado­res de lujo como los escritores Efraín Huerta, José Revueltas y Mauricio Magdaleno y descubrió la piedra filosofal que le permitió hilvanar un éxito tras otro con películas como El baisano Jalil, dirigida y protagoniz­ada por el inolvidabl­e Joaquín Pardavé.

Como empresario, Walerstein ocupa una página sobresalie­nte en la historia del cine nacional y para algunos, como el director Julio Bracho, “ha sido el mejor productor que ha tenido México”.

La filmografí­a de Walerstein comprende 278 películas, algunas muy malas y otras que se han vuelto clásicas y se mantienen vigentes en el gusto del público, como México de mis recuerdos, El gran Makakikus o El Enmascarad­o de Plata, con la que comienza la leyenda del Santo.

Gregorio Walerstein murió el 24 de enero de 2002. Fue un hombre de cine y sus películas son el reflejo de una época en la que los sueños se hacían realidad a golpes de audacia.

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